La semana pasada, el Grupo de Historia y Empresariado (GHE) de la Universidad de los Andes celebró sus primeros 50 años reuniendo a dos de sus tres fundadores, Carlos Dávila y Manuel Rodríguez, y a los historiadores empresariales más reconocidos del mundo. El GHE ha sido pionero y ejemplo para escuelas de administración en todo el mundo y su celebración así lo evidenció. La conversación giró en torno a los nuevos retos de la historia empresarial y los paradigmas que debían orientar su quehacer en los siguientes años, entendiendo que empresariado es un concepto que abarca empresas, trabajadores, gremios, gobierno, comunidades y los demás actores alrededor de la actividad productiva.
Durante la segunda mitad del siglo XX, la historia empresarial giró en torno a entender el rol de las empresas en el desarrollo económico, guiado por la historia de las empresas en Estados Unidos y las preguntas de Alfred Chandler sobre cómo el desarrollo del capitalismo gerencial llevó a que fuera este país el epicentro de la concentración de riqueza y de la innovación del planeta. En Colombia, la pregunta se tradujo en entender las élites locales y los patrones de desarrollo empresarial de diferentes regiones. Ahora, para que la historia empresarial siga vigente, tiene que plantearse nuevas preguntas.
En el evento hubo tres invitaciones en este frente. La primera fue a preguntarse por el papel del empresariado en los grandes retos de la sociedad. Por su parte, Geoffrey Jones, quien ocupa la misma posición en la Universidad de Harvard que Chandler en su momento, invitó a estudiar cómo las empresas son parte del problema y de la solución en la crisis climática y la desigualdad social y regional.
La segunda, fue a preguntarse por el desarrollo empresarial en contextos diferentes al del mundo desarrollado. Gareth Austin hizo un recorrido por trabajos de historia empresarial en Asia y África, haciendo énfasis en cómo éstas miradas permitían entender el desarrollo económico hacia el futuro. María Inés Barbero profundizó esta idea señalando que los estudiosos latinoamericanos podían ayudar esclarecer el desarrollo de empresas en contextos de alta volatilidad e incertidumbre. Marco Palacio ratificó la pregunta desde el análisis del rol del GHE en la docencia.
La tercera, en la que hizo énfasis Teresa da Silva y que tuvo eco en varias otras intervenciones, fue a plantear preguntas interdisciplinarias y a mirar el desarrollo de la historia empresarial, no como una disciplina con fronteras inamovibles, sino a construir con rigor sobre la fragmentación metodológica e incluso, ideológica del campo. Hoy, el nombre del juego de la academia es la pertinencia. El futuro del GHE y de quienes hacemos y enseñamos historia empresarial tiene que ver con la capacidad que tengamos de iluminar, con rigor empírico, un camino que no pinta fácil. Por 50 años más, colegas.
CRISTINA VÉLEZ VALENCIA
Decana Escuela de Administración, Universidad Eafit.