¿A qué plazo debemos pensar en nuestra estrategia? Esta es una pregunta que ahora con más frecuencia me hacen los equipos gerenciales a los que acompaño como consultor. Y no sorprende dado que en las actuales circunstancias es más difícil sentir confianza respecto a la visibilidad que creemos tener para nuestros negocios hacia el futuro.
Para aliviar la presión natural que experimentan en las conversaciones orientadas a acordar el direccionamiento de sus empresas, suelo proponer a estos equipos entender y aceptar que hacer estrategia no es un ejercicio de predicción del futuro. Es un ejercicio para definir hoy cómo enfrentarlo de manera coherente y lógica, basado en la información disponible, enriquecida con creatividad factible e imaginación razonable.
Hoy tenemos una estrategia, y si las circunstancias cambian mañana tendremos que replantear eventualmente esa hipótesis para enfrentar el futuro, la cual en su esencia es de naturaleza flexible. Solo en escenarios estáticos, plenamente predecibles, sería posible probar anticipadamente que una estrategia es correcta e inmodificable. Tales escenarios son escasos. ¿Cada cuánto entonces debemos revisar la estrategia? Cada vez que sea necesario.
Ahora bien. El horizonte para hacer estrategia es distinto para cada empresa. Un reconocido consultor de la firma estadounidense Innosight afirmaba que el largo plazo comienza cuando hablar del futuro se vuelve incómodo, y esa frontera varía en cada caso.
En mi consultoría reciente he tenido la oportunidad de acompañar empresas en el sector forestal y minero. El horizonte de tiempo de algunas de las escogencias que integran su estrategia es muy largo, y por eso su frontera de incomodidad necesita ser más lejana. No hay alternativa, adecuar una mina toma décadas, y cosechar árboles con frecuencia lustros. También he acompañado empresas en los sectores de tecnología y de construcción de vivienda. Su frontera de incomodidad es más cercana por diversas razones, como la dinámica natural de sus sectores, los ciclos económicos y las políticas públicas.
¿A qué horizonte entonces hacer estrategia? Al horizonte que al equipo le resulte razonable, haciendo consciencia de su realidad actual, considerando las tendencias que podrían ser observables en el mediano y largo plazo, evitando caer en la trampa de hacer apenas planes de corto plazo, cuidando la sostenibilidad de la empresa desde reconocer las consecuencias de las escogencias presentes para el futuro, y asegurándose de llegar a la mejor hipótesis que pueden acordar hoy para movilizarse con confianza a la acción.
Y todo ello con la tranquilidad de saber que esa hipótesis es flexible, se puede ajustar sobre la marcha, y que su calidad será medida por su lógica, pertinencia y resultados y no por la infalibilidad de sus predicciones.
Carlos Téllez
carlos@carlostellez.co