El incremento al ACPM abrió el debate sobre el combustible subsidiado en el país. Desde 2007, Colombia cuenta con el Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles (FEPC). El FEPC se crea para estabilizar los precios nacionales pero, en la práctica, es un fondo que acumula deuda. Desde su creación hasta 2018, acumuló un saldo aproximado de $12,5 billones, y entre 2018 y 2022 de $33 billones. Este aumento en la deuda se debió a la decisión de congelar los precios de los combustibles al mismo tiempo en que se disparaba el precio internacional.
Estas malas decisiones económicas, que se repitieron con la deuda externa, las regalías y los precios de la energía, debilitaron las finanzas de la nación. El diferencial del ACPM nacional frente al precio internacional le venía costando al país $208 mil millones al mes. En 3 meses este diferencial podría cubrir la recuperación del Hospital San Juan de Dios o la construcción de más de 1.000 Comunidades Energéticas.
Más allá de las explicaciones económicas, que le dan la razón al expresidente Duque cuando señaló que había dejado la casa pintada, haciendo referencia a la magistral película de Sergio Cabrera; quiero detenerme en el manejo que le dimos al paro.
En los últimos días se viralizó un video de don José, un transportador que participó en las mesas de diálogo que sostuvimos, quien señaló “nos sentimos como en casa… Siempre nos atendía el Ministerio de Transporte o a veces nos mandaban un viceministro para sacarnos de tajo, pero esta vez estábamos con toda la plana mayor discutiendo temas de transporte que era lo que nos interesaba”.
La mesa que sostuvimos no solo viabilizó acuerdos frente al ACPM, sino que puso sobre la mesa otras urgencias del sector como los fletes, la estructura de precios y la política de chatarrización. El diálogo con grandes y pequeños transportadores sin el uso de la fuerza demuestra un camino distinto para abordar la conflictividad social. Eso permitió resolver la situación en solo cuatro días, gran logro comparado con los paros de transportadores en anteriores gobiernos (45 días en 2016 y 50 días en 2021).
Demostramos que a través del diálogo y del reconocimiento del otro la resolución de conflictos es más eficaz. Ya lo decía la teórica belga, Chantal Mouffe, al abordar la conflictividad política. Solo al entender el conflicto como un elemento propio del ejercicio político, podremos avanzar hacia sociedades más democráticas. Esto implica ver al otro no como un enemigo al que hay que destruir, sino como un adversario cuyos planteamientos son válidos y se pueden discutir en un escenario democrático. Esta es la mayor enseñanza que deja el paro, la demostración de que podemos avanzar en democracia.
El paro de transportadores refleja un nuevo enfoque. Bienvenidos los acuerdos, pero también bienvenidos los disensos. Mientras podamos sentarnos a tramitar nuestras diferencias sin violencia, mientras tengan representatividad todos los actores, habremos cumplido y habrá ganado Colombia.
ANDRÉS CAMACHO
Ministro de Minas y Energía