Hace una semana, el exdirector del DNP, Jorge Iván González, se quejaba en una entrevista en El Colombiano de la incapacidad de los gobernantes nacionales de pensar en proyectos grandes movidos por un propósito común. González le atribuye esta deficiencia a la incapacidad de pensar-el-país, generando una dinámica en la que se menudea el presupuesto en proyectos de 5 mil millones de pesos, en lugar de pensar, con paciencia, en proyectos que tomen décadas y requieran la coordinación de muchos y que generen grandes transformaciones.
Pocas veces he estado de acuerdo con González, pero en esto lo respaldo sin discusión. En Colombia adolecemos de la capacidad de pensar en proyectos que trasciendan en el tiempo y en el espacio. Nos frena la incertidumbre, la desconfianza y en muchos casos, la mezquindad.
Al fin y al cabo, la persona que lidere el comienzo de un proyecto que realmente transforme, no va a ser la persona que lo inaugure y pocos gobernantes tienen el ego domado para tomar estas decisiones. Los grandes proyectos no solo multiplican la inversión pública, sino que generan crecimiento. Pero, sobre todo, traen confianza, orgullo y un propósito común, cosas difíciles de contabilizar, pero de enorme valor.
Los grandes proyectos de país requieren de la mezcla alquímica de las capacidades de soñar, planear y ejecutar: de la unión entre visión y eficiencia. Trascienden los momentos de baja popularidad política y le apuestan con generosidad al futuro. Se piensan de manera estructural, aun cuando la coyuntura está caliente.
Los Juegos Olímpicos en París son un ejemplo de un proyecto de país con trascendencia de largo plazo a pesar de la política. Han requerido una inversión de alrededor de $52 billones que generará casi 120.000 empleos nuevos para la construcción de una infraestructura efímera y del reforzamiento de la ya existente, para preparar la ciudad que más turistas recibe en el mundo para ser aún más potente y recibir 10.500 atletas, 31.500 voluntarios, para 329 pruebas deportivas que verán más de 11 millones de visitantes durante un mes.
Con orgullo, han resaltado que se trata de la tercera inversión más eficiente para la realización de uno Juegos Olímpicos de los últimos 40 años: su costo ha sido la mitad del promedio invertido en los últimos 10 Juegos.
Mientras tanto, la primera vuelta de las elecciones legislativas francesas será el próximo domingo, 25 días antes de la inauguración de los juegos. Los juegos se llevarán a cabo en un momento en el que tanto Emmanuel Macron como Anne Hidalgo, los dos quijotes detrás de esta apuesta, tienen la popularidad más baja de su carrera.
La política se mueve, pero los Juegos siguen. Ojalá hubiéramos logrado lo mismo con los Panamericanos en Barranquilla, pero en palabras de González, si no hay una conciencia colectiva nacional, no habrá proyectos de largo plazo.
CRISTIAN VÉLEZ VALENCIA
Decana Escuela de Administración, Universidad Eafit.