A propósito del Foro Urbano Mundial realizado el pasado mes de abril en Medellín, el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, declaró en Nueva York: “Una vez desprestigiada por los carteles de la droga, la ciudad colombiana (Medellín) ofrece ahora lecciones de cómo crear ciudades habitables, en las cuáles los ciudadanos puedan florecer e innovar”.
De hecho, el periódico The Guardian el pasado 8 de mayo describió a Medellín como una ciudad que ha sufrido una gran metamorfosis y la califica como un ciudad referente para el mundo. Medellín es destacada ahora como una de las ciudades con mayor nivel de innovación en el planeta.
La transformación de Medellín y otras ciudades del país ha sido fundamental en la recuperación de la imagen de Colombia en el exterior, ante un claro resurgimiento de metrópolis antes conminadas al fracaso y la vergüenza.
Esta experiencia, ligada íntimamente con instrumentos de justicia en la distribución de oportunidades, destaca el poder de la cultura ciudadana como mecanismo fundamental para la reconstrucción social y económica.
No es para menos. El resurgimiento de Medellín se encuentra basado en tres aspectos fundamentales de compromiso ciudadano: dignidad, respeto y promoción de las capacidades.
El caso de la capital antioqueña es ante todo un modelo de mayores oportunidades, civismo y mitigación de la cultura de la ilegalidad.
Es importante resaltar que la distribución equitativa de oportunidades constituye uno de los mecanismos más claros de justicia y progreso social, tal como lo describiría uno de los pensadores de filosofía política más influyentes de estos tiempos, Amartya Sen, en su obra La Idea de la Justicia (2009).
Las lecciones de Medellín apuntan a la transformación de la sociedad colombiana a través de un cambio en el sistema de valores como medida fundamental.
La cultura del oportunismo, la indiferencia, el menor esfuerzo y la ventaja son los primeros males que superar para que nuestra sociedad viva armónica y organizadamente.
Las políticas sociales y económicas han demostrado no ser duraderas en Colombia si las bases sociales no sufren una profunda transformación. En ciudades como Bogotá la intolerancia, el irrespeto, la violencia y la corrupción son la norma en esta inmensa urbe.
El tejido social se construye con valores ciudadanos sólidos. Crecimiento económico y desigualdad son socialmente insostenibles.
Asimismo, igualdad sin compromiso ciudadano y educación, una gran mentira.
La ciudad del futuro se encuentra conformada por individuos conscientes de sus deberes, tolerantes a sus conciudadanos y respetuosos de su ciudad.
La reconciliación en Colombia enfrenta grandes retos en ese sentido. La eventual salida negociada al conflicto podrá tener efectos duraderos si existen procesos de transformación, que nos lleven a un mayor nivel de compromiso y conciencia civil.
Un consejo para el nuevo presidente, una verdadera revolución social y económica parte de la transformación ciudadana.
Sea usted el presidente que ponga en marcha un verdadero cambio en Colombia, una revolución que se conozca en el futuro por la transformación de la misma cultura y el modelo actual de antivalores de la sociedad colombiana.
Andrés Jola Sánchez
Instructor Asociado Kelley School of Business, Indiana University, EE. UU. andres.jola@gmail.com