Los tiempos de ‘vacas gordas’ han acabado para Colombia. El panorama de la economía y las finanzas públicas no es el mejor en los próximos años. Los ingresos caerán de forma importante y las presiones de gasto seguirán avanzando a un ritmo peligroso.
La caída en los precios internacionales del crudo afecta de manera significativa la estabilidad de las finanzas públicas en el país. Era claro que la dependencia de la economía en sectores de extracción de recursos no renovables tendría su precio en algún momento. Lo que algunos expertos denominan como ‘la enfermedad holandesa’, tendrá fuertes consecuencias en la economía colombiana en los próximos años.
La presión fiscal por la caída en los precios del crudo es considerable. Según cifras del Ministerio de Hacienda, los ingresos de capital provenientes de Ecopetrol representan cerca de 1,6 puntos porcentuales del PIB. La participación en los ingresos por rentas petroleras representó en el 2013 alrededor del 15 por ciento de los ingresos del Gobierno Nacional. Es previsible que el impacto en los ingresos corrientes para el 2014 y el 2015 amenace la estabilidad de los ingresos de la nación y, por ende, la actividad económica.
No solo los ingresos caerán de forma importante, la economía en general se desacelerará. Recientemente, el Banco de la República ha reducido su estimación de crecimiento del PIB a 3,6 por ciento en el 2015, comparado con el 4,8 por ciento esperado para el 2014. Lo anterior supone disminuciones importantes en los ingresos tributarios de la nación y una actividad económica que supondrá esfuerzos monetarios expansivos para su estabilización. Lo anterior, sin contar con el impacto negativo en la balanza comercial. El valor de las exportaciones de petróleo y derivados ha representado más del 50 por ciento del valor total de las ventas externas. En consecuencia, una balanza comercial deficitaria se constituye en el escenario más probable en los próximos años.
Para completar el panorama, es importante decir que no solo los ingresos caerán de forma importante. La política de gasto expansiva que ha servido al Gobierno en los últimos años, se mantendrá y generará una presión fiscal importante en los próximos periodos. Una eventual salida negociada al conflicto implicará un compromiso de gasto sin dimensiones aún establecidas. De la misma manera, la financiación de las grandes obras de infraestructura y transporte público (metro de Bogotá) impondrá restricciones y compromisos fiscales que eventualmente llevarán a la elevación de los niveles de deuda actuales.
Un escenario internacional complejo, acompañado de una fortuita desaceleración de las economías emergentes planteará importantes desafíos a la estabilidad de la economía y las finanzas públicas en Colombia. Es meritorio prender las alarmas y buscar mecanismos de cobertura y estabilización de la economía ante los complejos desafíos internacionales. Es el momento para considerar la eficiencia y efectividad como los nuevos ingredientes en la ecuación del gasto público. Ante un presupuesto público con muchas más restricciones en los próximos años, no solo el cuánto se gasta, sino cómo se gasta, será tanto o más importante en las actuales condiciones.
Andrés Jola Sánchez
Instructor Asociado, Kelley School of Business
Indiana University, EE. UU.