La estrategia es una conversación, no un entregable. Así tituló Andrew Blum, consejero de Forbes, una de las interesantes columnas que publica regularmente en ese medio, las cuales están enfocadas en el desarrollo de habilidades para equipos ejecutivos de primer nivel. La vigencia de su idea es plena y profunda. Quienes acompañamos como consultores a equipos gerenciales y juntas directivas, o hacemos parte de éstas últimas, tenemos evidencia suficiente de la relevancia de las conversaciones estratégicas cuando convergen las personas correctas, la energía apropiada y el foco en lo verdaderamente relevante.
Recientemente, tuve la oportunidad de acompañar en una de esas experiencias al directorio y cúpula gerencial de un reconocido grupo empresarial centroamericano. Y al concluir las sesiones, en un diálogo informal con la presidenta ejecutiva, se hizo evidente que los asistentes alcanzaron juntos cuatro objetivos: recordar, reconocer, entender y aprender.
Una buena conversación estratégica permite que un equipo o junta recuerde sus vivencias y retome acuerdos construidos en el pasado que siguen siendo pertinentes. Al recorrer historias, de éxitos y fracasos, estos equipos redescubren su identidad, refuerzan sus lazos y contextualizan el panorama que observan en su presente. Recordar ilumina el camino transitado y ayuda a fraguar una base sólida sobre la cual refrescar la estrategia.
Así mismo, elevar la consciencia es fundamental para crecer individual y colectivamente. Reconocer implica darse cuenta y visibilizar aspectos que algunos miembros del equipo pueden no percibir o no dimensionan apropiadamente, como logros, oportunidades cosechadas, capacidades y talentos disponibles. Durante las conversaciones estratégicas los equipos descubren y apropian colectivamente elementos que les permiten una comprensión más clara de su verdadera situación actual, a la vez que hacen más evidentes y lógicas nuevas posibilidades para el futuro.
Es natural que no todos los miembros de un equipo gerencial o junta interpreten la estrategia de la misma manera. Cada persona carga consigo una historia y construye una perspectiva única basada en su experiencia. Las conversaciones estratégicas profundas nos permiten entendernos, para avanzar en la convergencia de esas perspectivas desde hacer sentido de ellas en conjunto, lo cual facilita una interpretación común de la estrategia de la empresa que es vital para lograr la alineación necesaria en todas las instancias. Finalmente, en estas experiencias logramos aprender.
En tanto la estrategia es un ejercicio continuo de actuar, hacer sentido, imaginar y crear desde el hacer, la curva de aprendizaje colectivo se acelera cuando recordamos, reconocemos y entendemos. Las buenas conversaciones estratégicas activan el pensamiento y son un vehículo muy efectivo para fortalecer la inteligencia colectiva. Podemos mantener vigente la estrategia de nuestras empresas cosechando para ellas la afortunada capacidad humana de dialogar.
Carlos Téllez
carlos@carlostellez.co