Estamos viviendo con miedo. Buena parte de este miedo es infundado, sin real asidero, pero la gran mayoría, reposa en la inmensa incertidumbre en la que navegamos el día a día. Esta columna pretende aportar datos ciertos para apaciguar los ánimos y dar una opinión que aporte a la discusión sobre la educación en la coyuntura actual.
Inicio reconociendo que no soy médico ni experto en epidemiología. Lo que sabemos sobre el control de este virus es que hay tres herramientas básicas para su manejo: el lavado de manos, la distancia física y los elementos de protección personal, en especial el tabapocas.
Sin embargo, como educador que lleva más de 20 años dedicado a la formación en los diferentes niveles de educación y como papá de dos niños de 5 y 3 años, reconozco la urgencia de encontrar el camino de regreso a las aulas. Pongo a consideración de ustedes los tres principales, según mi opinión, haciendo la salvedad que esto no es blanco y negro.
Primero, la salud física y mental de los niños y jóvenes debe ser una prioridad. No son pocos los papás que han reportado cambios en el comportamiento de sus hijos demostrando estados de excesiva angustia, ansiedad, frustración o tristeza, entre otros.
La nutrición que aporta la escuela en la mayoría de los niños, especialmente en el sector público, no es reemplazable por ayudas en dinero o en especie. Y el ejercicio físico de los recreos e intercambio social son vitales.
Segundo, los de menor riesgo directo frente a este virus son los menores de edad con una bajísima incidencia de complicaciones y casi nula mortalidad en menores de 9 años. Tercero, la escuela es reconocida como un ambiente favorable para los niños y jóvenes.
Hay estudios que demuestran la importancia de la escuela en el desarrollo tanto del niño como individuo como de la sociedad. Lo anterior especialmente cierto para países en desarrollo donde la estructura de la escuela pública es fundamental en ausencia de otros espacios.
El esfuerzo que demostró el Ministerio de Educación Nacional con los Lineamientos para jardines y colegios emitidos a mediados de junio es muy importante y debe ser reconocido.
En estos extensos y minuciosos documentos el Ministerio reconoce la complejidad de la situación e intenta ser lo más exhaustivo posible en las recomendaciones que, en resumen, procuran los tres elementos que mencioné al comienzo (lavado de manos, tapabocas y distancia física).
Lo que más me gustó fue el enfoque de decisión familiar por el que optó el gobierno. Si bien es cierto que existen argumentos a favor de la apertura de las escuelas, como ya se expuso, es necesaria una ponderación con otros factores como la convivencia de los niños y jóvenes con adultos mayores de 60 años o con personas con alguna condición médica especial.
Las consideraciones anteriores tienen matices, circunstancias especiales de contexto y todo tipo de arandelas al momento de plantear una discusión. Sin embargo, invito a toda la comunidad y en especial a mis colegas maestros, a que construyamos sobre argumentos y no sobre la cultura del miedo. Hagámosle honor al conocimiento y a la argumentación.
En las escuelas a las que estoy vinculado y en mi familia tomamos la decisión de dar los pasos necesarios hacia esta nueva vida, pasos firmes en el camino de regreso al aula.
Felipe Villar Stein
Director Instituto Mariano Moreno Región Andina