Estamos atravesando un nuevo pico de contagios y por ende de ocupación de los servicios hospitalarios en Colombia. Son vidas que se pueden perder y todo lo que hagan las autoridades para preservar tan solo una, vale la pena.
Sin embargo, ellas están llamadas a ponderar los estudios realizados en el último año sobre los impactos que tienen las medidas restrictivas que toman sobre los ciudadanos que gobiernan. Es contundente la evidencia presentada por expertos sobre la necesidad de abrir los servicios educativos desde jardines hasta universidades tanto por el bienestar individual de quien los reciben como de las familias y en general de la sociedad. La ciencia también nos dice que si las instituciones tienen políticas de bioseguridad frente al virus como el uso de tapabocas, distanciamiento físico, lavado permanente de manos y (más recientemente) tener ventilados los espacios, son sitios seguros.
Ante la epidemia es entendible que se decida un cierre completo del sistema educativo de una ciudad, como lo hizo Medellín desde la semana de pascua y hasta el 3 de mayo o como lo decidió Bogotá el domingo pasado y hasta el 9 de mayo. Sin embargo, invitamos a estas y todas las autoridades a revisar incluir como excepción los espacios que estuvieron exentos a nivel nacional desde el 28 de mayo del 2020. Los laboratorios prácticos son espacios donde se cuenta con herramientas que solo se pueden usar en ese sitio. Un ejemplo son los de física en las universidades que tienen equipos enormes y únicos.
La experimentación es parte clave de la formación de los profesionales y más de los técnicos laborales cuya carga práctica es de más del 80% del pensum. Piensen en la formación de un carpintero, metalmecánico o un cocinero. ¿Cómo lograr saber si no hago? Es necesario permitirles a las instituciones de educación superior y las instituciones para el trabajo y desarrollo humano realizar actividades de laboratorios prácticos incluso ante las restricciones de movilidad. Hemos demostrado desde hace un año que se pueden generar espacios prácticos seguros.
Tener operación en Bogotá, Medellín y Cali nos permite comparar los estilos de liderazgo, las formas e incluso los criterios de toma de decisión de nuestros gobernantes. En general las decisiones han permitido operar casi ininterrumpidamente desde julio del año pasado, pero ahora las cosas han cambiado. Quizá por practicismo o por tener tanto sobre qué decidir han dejado a un lado este tema de las excepciones. Es nuestro deber levantar la voz y ayudarle a las autoridades a tomar mejores decisiones.
Desde marzo del 2020 hemos visto múltiples versiones de cierres parciales o totales, nacionales, regionales o locales. Hemos estado sometidos a las “mejores opiniones” de quienes nos gobiernan y muchos, finalmente, se han dado cuenta de la importancia de escoger a gente con buen criterio en los cargos públicos. De acuerdo o no, bien o mal, han decidido. Seguiremos aportando para que las decisiones se tomen con la mejor información y en procura del bienestar colectivo.
Felipe Villar Stein
Director Instituto Mariano Moreno
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