En el trabajo de Lora, Meléndez y Tomassi, sobre la institucionalidad cafetera en el mundo, se concluye que aquellos países que han mantenido regulado el sector les ha ido peor en precios, ingresos y productividad.
Una de las consecuencias de la regulación del mercado cafetero en Colombia en estos últimos 20 años, después del rompimiento del Pacto de Cuotas, ha sido haber desperdiciado la oportunidad de producir y exportar cafés robustas a los mercados internacionales. Estos cafés han sido los más dinámicos en las últimas décadas, gracias al cambio tecnológico en la industria para lograr adaptarlos a los consumos sofisticados de los europeos, norteamericanos y japoneses.
Además, si no se hubiera condenado en Colombia la producción de estos cafés, estaríamos abasteciendo parte de la demanda doméstica que ha tenido que hacerse con importaciones provenientes de Brasil, Perú y Ecuador.
Pero nunca es tarde para actuar. En los Llanos Orientales de Colombia se pueden producir cafés robustas. Por supuesto, que se requiere investigación para adaptar las variedades al clima y a los suelos.
Un análisis de costos muestra que podría ser rentable su producción y comercialización. Habría que empezar por sustituir importaciones y posteriormente empezar a exportar a los mercados internacionales.
El mito de que el precio del café colombiano se perjudicaría con la presencia de cafés robustas de origen colombiano, se superaría con la trazabilidad y certificación que cada día es más exigida en los mercados internacionales. Se requiere sello de calidad para los cafés arábica y robusta colombianos, establecido por una entidad independiente. No se pueden confundir, como no se confunde la naranja tangelo con la naranja valencia, en los supermercados, en los cuales ambos tipos de naranjas tienen precios bien distintos.
Como la producción de café robusta en los Llanos no compite con la producción de cafés arábicas en la región andina y la Sierra Nevada, no debería estar sujeta a la contribución cafetera y no debería estar bajo la tutela de la Federación Nacional de Cafeteros.
Para pasar a la acción se requiere que se elimine el control de calidad a la exportación de café en manos de la Federación de Cafeteros, se permita la importación de semillas y que el Gobierno Nacional apoye la iniciativa privada que quiere invertir en la producción de estas nuevas variedades de café en Colombia.
José Leibovich
Consultor independiente
jleibovi@gmail.com