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Juan Carlos Bayona

Bolivia le apuesta al progreso

Juan Carlos Bayona
POR:
Juan Carlos Bayona

Lo primero que llama la atención es que la gente saluda al subirse a los minibuses, que son como nuestros colectivos.

Uno paga al final, por la distancia recorrida, que es lo lógico, y, por supuesto, el conductor no tiene presente dónde se subió el que se está bajando; confía. Yo pagué más sin saberlo y me devolvió la diferencia, sonriendo. Menos de medio dólar por al menos ocho o diez kilómetros.

A través de una agenda de trece puntos que mira al 2025, y en un momento histórico muy interesante y quizá definitivo para su futuro, Bolivia le apuesta a un progreso que no la deshumanice, que no la arranque de su esencia.

Con el riesgo de polarizarse, su sociedad se debate en los clásicos dilemas: no cooptar los poderes públicos desde el Ejecutivo y, sobre todo, no caer en el autoritarismo a través de los caminos de la democracia.

Yo vine a hablar de educación. Nada más. Lo que pasa es que la educación siempre trae a cuento otros relatos.

Y vine porque adelantan reformas de todo orden en el sector, en especial en formación docente y educación alternativa, que es la alfabetización de adultos. Se demorarán unos buenos años, y lo saben. Aquí no tienen mucha prisa. Mejor así.

Los datos de la Cepal sobre Bolivia son alentadores.

De una parte, su economía crece por encima del promedio de la región (4,5 por ciento), y con la cuarta parte de habitantes de Colombia (11 millones) y casi nuestro mismo territorio, tiene un índice Giny de inequidad menor que el nuestro.

Es decir, su riqueza está en más manos y su PIB se distribuye mejor que entre nosotros, lo que es, a pesar de los esfuerzos de los últimos años tres años, una vergüenza.

Nuestra embajadora, una mujer tan carismática como profesional, ha logrado en menos de tres años restablecer unas relaciones que estaban casi heladas, gracias a la crispación histérica de los egos anteriores.

Creo que para nadie es un misterio que hoy Colombia tiene mejores relaciones internacionales, así les duela a algunos.

Hemos vuelto a abrir las embajadas que habíamos cerrado y a descentralizar de un único discurso nuestro papel en el contexto internacional. Estamos más abiertos, menos prevenidos.

Y el caso de Bolivia es un buen ejemplo, pues no de otra manera se explica cómo esta infatigable mujer, con dos funcionarios y un pasante, reúna por igual en su residencia a empresarios, intelectuales, periodistas y altos funcionarios del Gobierno a comer ajiaco, y haya logrado reencausar la amistad centenaria entre Colombia y Bolivia.

No es solo diplomacia, es principio de realidad, porque el mundo está cambiando. Yo, por ejemplo, no imaginé que alcanzaría a ver a Mandela como un hombre admirado, libre y respetado por todos; no imaginé que sería testigo de que el inquilino de la Casa Blanca fuera descendiente de quienes décadas atrás la limpiaban, y menos aún imaginé que el papa Francisco, rechazará su anillo por costoso, y que, para el caso de Bolivia, un indígena amayra fuera su Presidente.

Y claro, quiera seguir siéndolo por tercera vez consecutiva. Ahí está el problema.

Juan Carlos Bayona V.

Rector del Colegio Cafam

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