Es la primera vez en muchos años, que hemos visto como la cantidad de reformas que se quieren hacer en los diferentes frentes administrativos de una sociedad, como la pensional, la laboral, la militar, la de la salud, la de la educación, la del sector bioenergético, la agraria, la económica, de comercio, la tributaria e inclusive la deportiva y cultural, se han querido presentar en los congresos polipartidistas, donde las fuerzas de coalición y las de oposición, además de la polarización política, ni si quiera alcanzan a revisar los argumentos.
Lo anterior, sumado a las crisis financieras internacionales, a los precios del petróleo, de la gasolina, del dólar y del oro, a la quiebra de bancos de soporte, a las guerras europeas y africanas, a la violencia polarizada, a las fugas de capitales, a la poca inversión extranjera y al cansancio de promesas políticas incumplidas, la gente, los empresarios, los trabajadores, los gobernantes y hasta los científicos, están viendo oscuro, un panorama real de recuperación económica postcovid que apenas se sostiene ante el acelere reformista.
En vez de tener una política de austeridad, algunos estados latinoamericanos se han enfocado más en una demagogia idealizada que parece más una pareidolia política, donde cada mandatario ve solo lo que quiere ver y no lo que realmente el pueblo ve. Lo anterior, por su puesto desgasta todos los frentes de una sociedad, que de alguna u otra manera llega a todos los estratos sociales envenenando cada pensamiento positivo y constructivo que se quiera hacer.
Así lo hizo la alquimista, perfumista y química Giulia Tofana, del siglo XVII en su afán por apoyar un mundo femenino que estaba controlado por una sociedad masculina, donde el amor valía menos que un interés político, religioso y territorial.
La química, se hizo conocida por vender un elixir para todos los males llamado ‘Agua de San Nicolás de Bari’, que era un tónico sacado de la tumba propia del santo, donde se supone que sus restos naufragaban en agua que salía de sus huesos.
Hasta aquí no hay nada extraño, sin embargo, lo que se sabe es que, a este líquido, la alquimista le agregaba arsénico con un único fin: que las mujeres pudiesen envenenar poco a poco a los esposos con los cuales se tenía infelicidad, desamor e inclusive odio, tal cual como la política hoy en día.
Los matrimonios que eran por conveniencia no siempre llegaban a un final adecuado para ambos territorios unidos, y por esto, Giulia ayudaría a más de seiscientas mujeres a envenenar a sus esposos poco a poco. Así, en una Italia renacentista, grandes cargos de los estados políticos, nobles y hasta grandes militares y músicos perdieron la vida gracias a veneno de la italiana de la Aqua Tofana, que era como se le conocía en el mundo bajo de la alquimia.
Ojalá los dirigentes políticos se den cuenta que gobernar o liderar un país no se trata de deshacerse de sus contrincantes o de ‘envenenar’ cual divide et impera a la población promoviendo autoritarismo, y odio de clases, sino por el contrario, de hacer amigos los enemigos con tal de construir más y mejores naciones y, por ende, más y mejores seres humanos.
LUIS FELIPE CHÁVEZ GIRALDO
Historiador