Desde el punto de vista antropológico, los primeros asentamientos humanos se caracterizaban por estar cerca de los ríos, quienes, a su vez, eran los que generaban el ciclo de siembra, recolección e inundación. Esto, ayudaría a crear ciclos de producción agrícola de los cuales se beneficiaría el mercado de consumo de animales. Después aparecería otro tipo de comercio como la minería, el intercambio de conocimiento y el lujo.
La pandemia de la covid-19, nos dio un claro ejemplo de como el comercio de la agricultura pudo haber sido la única fuente de riqueza global en un determinado momento, debido a que gran parte de la producción comercial de lujos, minería y en sí, productos que no son la base de la vida, se vieron obligados en algunos casos a detenerse y en otros, a reducirse. Tal cual como lo presentaría al mundo el médico y economista François Quesnay en su trabajo sobre granjeros y granos a mediados del siglo XVIII en el que explica como las leyes de la naturaleza del campo, inciden en la economía global. Quesnay fundamentaba, que la base de la riqueza se encontraba en la agricultura, teoría que le sirvió a Adam Smith, en su trabajo fundamental de economía, La Riqueza de las Naciones.
Y es que la agricultura es tan importante para la vida, que, por ejemplo, cuando ocurrió la peste bubónica o peste negra, usualmente encontramos libros que dicen que acabó con más de un tercio de la población europea, pero esto no es así. El historiador y medievalista Ole. J. Benedictow explica que la mortalidad de la peste negra se debe analizar desde muchos puntos de vista y no solo desde la enfermedad en sí. Uno de ellos es la desnutrición poblacional, debido al miedo de que los alimentos contenían miasma, que era como se le conocía al supuesto vapor que contagiaba la peste. Murió mucha gente sí, pero no toda fue de peste sino de diferentes tipos de enfermedades producidas por la escasez de productos agrícolas. La gente emigró del campo a la ciudad y de la ciudad al campo, huyendo de la peste lo que ocasionó una estanflación económica encareciendo los alimentos a niveles desorbitantes y por ende, muerte.
Desde el punto de vista histórico, las enfermedades pandémicas, han traído consecuencias sistémicas que inciden en la mortalidad de las naciones y siempre la historia nos muestra cuan importante es la agricultura en el sobreponerse de un evento tan catastrófico como una pandemia. Pero de nuevo, nos olvidamos de ella, del agro, de los campesinos y especulamos en economías proyectantes como nuevas monedas o como llegar a otro planeta cuando debemos comenzar por conservar el nuestro.
Busquemos la manera de que nuestra economía sea una fisiocracia, es decir, que esté sustentada y sostenida por el agro, que de eso si tenemos bastante, tal cual como nos lo enseñó Quesnay hace 200 años. Habrá que pedirle a Margaret Mead, donde quiera que esté, que nos oriente sobre como estudiar las civilizaciones primitivas que valoraban al máximo las riquezas naturales.
Luis Felipe Chávez Giraldo
Historiador