Martin Wolf, columnista del Financial Times, es el analista de política económica más influyente en la actualidad. Ha evolucionado de un liberalismo clásico a pedir más intervención del Estado como consecuencia de la crisis financiera global del 2007-2013, el acceso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, el brexit , la covid y la guerra en Ucrania. Su reciente libro The crisis of democratic capitalisml es una prueba de ello.
Su principal preocupación es que el matrimonio de conveniencia entre democracia y capitalismo, que ha producido las sociedades más exitosas en la historia de la humanidad, puede entrar en crisis si el capitalismo continúa debilitando a la democracia. El punto álgido de ese proceso se dio en enero de 2021 cuando los seguidores de Trump intentaron anular el resultado de las elecciones presidenciales; pero su origen está en las políticas económicas seguidas tras la última crisis financiera que no solo fueron erróneas técnicamente, sino consecuencia del crecimiento de un capitalismo ‘rentista’ que favoreció el incremento de la desigualdad.
La democracia basada en el sufragio universal sólo tiene un siglo, mientas el capitalismo es mucho más antiguo, su moderna variante, basada en las sociedades anónimas, elimina el riesgo personal de los propietarios, aumenta el poder de los gestores e incrementa la desigualdad. La consecuencia es que el capitalismo de mercado ha perdido su capacidad para conseguir que el aumento de riqueza suponga un incremento de la prosperidad general.
Algunos sectores como el financiero han conseguido un poder político y económico desproporcionado, con lo que se rompe la idea más radical del capitalismo democrático que es la separación del poder político del poder económico. El primero lo ejercen los representantes del pueblo en nombre de este, mientras que el segundo pertenece a los propietarios y a sus gestores.
Con la apropiación progresiva, por parte de unos pocos, de la riqueza generada, se produce un empeoramiento económico progresivo de las clases medias, que van camino de desaparecer y que ha generado la mayor desigualdad de los últimos 50 años, con lo que se erosiona la confianza en las élites y se refuerzan los populismos de izquierda y derecha y las llamadas democracias ‘iliberales’, como las de Orban, Erdogan o Putin, y surgen también sistemas inimaginables como el ‘capitalismo comunista’ en China.
Para enderezar el rumbo y mantener la democracia, que es el eslabón débil del capitalismo democrático, son necesarias decisiones valientes. Los estados deben ofrecer a sus ciudadanos seguridad, oportunidades, trabajo, prosperidad y dignidad, así como terminar con la corrupción y los privilegios de unos pocos.
MANUEL JOSÉ CÁRDENAS
Consultor internacional