Los finales de Gobierno suelen ser muy ingratos por la desbandada de afectos que produce el ocaso, por las conveniencias electorales –que ganan más créditos en la crítica que en el reconocimiento–, por el gusto a evidenciar lo que falló y lo que faltó, por la mala costumbre de ver el vaso medio vacío y dejar para la historia, o el olvido, los grandes logros y las metas cumplidas.
En los ocho años de gobierno del presidente Juan Manuel Santos se avanzó mucho en poner a Colombia al día en las necesidades para lograr un crecimiento de país constante y sostenido. Se tienen grandes logros y Colombia debe agradecerlo: los acuerdos de paz, el manejo prudente, serio y acertado de la macroeconomía en tiempos de recesión internacional y de adversidades climáticas, un evidente avance en infraestructura, el posicionamiento de Colombia como país emergente de gran futuro, reconocido con su ingreso a la Ocde.
Bajo el liderazgo del presidente Santos quedó sembrada la semilla para un país más productivo y competitivo, con una oferta diversificada, y por ello tenemos que seguir trabajando con igual convicción y mucho empeño, consolidar el modelo y mantener el compromiso, el trabajo articulado y unas reglas de juego transparentes y equilibradas.
El gobierno Santos arrancó con una revaluación que era una hoguera para el sector exportador; las ventas a Venezuela, nuestro segundo socio comercial en ese momento, cayeron 65 por ciento –con una deuda de más de 1.000 millones de dólares de difícil cobro–. Con ese panorama, el gobierno se concentró en una estrategia que garantizara reglas estables y predecibles para los empresarios.
En el caso de Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, nadie podía prever entonces una fecha para la entrada en vigor del TLC firmado en el 2006. Tampoco teníamos certeza sobre si se lograrían concertar los acuerdos con la Unión Europea. Las posibilidades en Asia Pacífico eran casi una utopía.
Hoy, ocho años después, tenemos 16 acuerdos comerciales, el 84 por ciento de nuestras exportaciones van a esos mercados, 1.200 nuevas empresas comenzaron a exportar y se triplicó el número de potenciales consumidores de los productos colombianos al pasar de 490 millones en el 2010 a 1.500 millones en el 2018.
Se diversificó la canasta exportadora: además de petróleo, carbón, café, flores y banano, Colombia logró poner en los mercados internacionales piña, aguacate Hass, carne bovina, cacao, tabaco, confecciones, diferentes hortalizas, entre otros productos. Las exportaciones no minero -energéticas aumentaron 21 or ciento y representan el 40 por ciento del total exportado.
Gracias a la estabilidad económica y política, así como a instrumentos como los acuerdos de inversión y los que evitan la doble tributación, y la estabilidad macroeconómica, el país duplicó los flujos de inversión extranjera, logrando que más del 70 por ciento lleguen a sectores no minero-energéticos.
La llegada de viajeros extranjeros creció 150 por ciento, el ingreso de divisas por concepto de turismo aumento en 68 por ciento, la ocupación hotelera llegó al 56 por ciento, en promedio, la inversión en el sector creció 343 por ciento y generó 1,9 millones de empleos, mientras la conectividad aérea pasó de 28 a 34 aerolíneas, conectando a Colombia con 28 países directamente.
El turismo cumplió en esta administración un ciclo muy importante que hay que continuar y darle nuevos desafíos. Es vital creer que podemos ser potencia en turismo y generar el profesionalismo que se requiere para atraer visitantes de alto nivel y posicionar al país como un destino sostenible y sustentable.
Otras semillas sembradas fueron la Política de Desarrollo Productivo, que estableció 12 cadenas con potencial exportador y la creación de iNNpulsa para darle más apoyo y capital al emprendimiento dinámico del país. Además, se actualizó el sistema nacional de calidad para mejorar la competitividad de nuestros productos.
Hoy, tenemos estructura jurídica con dientes y con instituciones como la Polfa, fortalecida, y la Dian para hacerle frente al contrabando; la ventanilla única de comercio exterior unificó en un solo sitio virtual más de 135 procedimientos de 21 entidades, se redujeron las barreras al comercio y se reforzaron los instrumentos de facilitación.
Menciono los aspectos de la cartera que tuve el privilegio de presidir y que agradezco profundamente al presidente Santos. Y me siento muy satisfecha de haber contribuido para dejar sembradas las semillas para un país más próspero y con equidad.
Es indispensable consolidar los logros y mantener el compromiso, el trabajo articulado y unas reglas de juego transparentes y equilibradas. Debemos cuidar la paz, que es un regalo para todos y de responsabilidad nacional. El respaldo de los empresarios debe ser decidido y determinante.
Muestras fehacientes de la importancia de la paz han sido el hecho de que hayamos tenido las elecciones más tranquilas de la historia de Colombia y que el mundo tiene una nueva percepción de la democracia colombiana y de su potencial como una nación emergente de gran futuro. Un cambio importante que algunos colombianos no ven, o no quieren ver.