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Marta Lucía Ramírez De Rincon

La industria, en emergencia

Marta Lucía Ramírez De Rincon
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Marta Lucía Ramírez De Rincon

Los reportes del desempeño de la industria para febrero, publicados por el Dane, son desalentadores. El 38% continúa con caídas agregadas en la producción del sector fabril.

En el primer bimestre del 2013, la industria manufacturera disminuyó 3,1%, mientras que un año atrás crecía a tasas del 3,48%.

Las ventas decrecieron a una tasa de 2,9% y el empleo a una de -1,9%.

Al evaluar los resultados vemos que los sectores más afectados siguen siendo: elaboración de aceites y grasas; hilatura, tejedura y acabado de productos textiles; papel, cartón y sus manufacturas; actividades de impresión, y productos de caucho y plástico.

Llama la atención el balance, si se tiene en cuenta que la mayoría de los sectores mencionados hace parte del Programa de Transformación Productiva.

Según Proexport, estos ramos tienen potencial para el desarrollo de una política comercial eficiente, logrando aprovechar las ventajas de los TLC ya firmados.

No obstante, tal objetivo es difícil de lograr si persisten con la tendencia actual. Impedir su deterioro continuado requiere desarrollar verdaderas ventajas competitivas –no protecciones a la ineficiencia–, que les permitan competir a escala nacional e internacional, e impedir las asimetrías y subsidios de otros países proveedores en el mundo globalizado.

Se está sofocando a la industria –por falta de visión ambiciosa y de largo plazo–, que es un sector esencial para la generación de valor agregado y empleo nacional.

Colombia no puede continuar pasiva ni anunciando medidas de shock extemporáneas e insuficientes ante la situación del ramo fabril, con el 73% de los sectores con tasas de crecimiento negativa.

A pesar de los esfuerzos realizados por el Gobierno de Santos, el llamado plan de choque industrial incluye medidas que solo impactarán a las manufacturas tangencialmente, pero no generan reforma estructural ni innovación industrial que el país requiere.

La industria necesita mayores esfuerzos para la identificación de debilidades en diferentes eslabones de las cadenas industriales, promover eslabonamientos competitivos, reducir cargas administrativas, evitar la duplicidad de trámites, definir normas técnicas en las ramas que lo requieran, impedir la entrada de depredadores internacionales aplicando normas antidumping, salvaguardias y medidas compensatorias cuando sean adecuadas; garantizar el abastecimiento interno de materias primas para las industrias nacionales; impedir el contrabando técnico; proteger la propiedad intelectual y las marcas, y detener la entrada de productos triangulados que se beneficien de los acuerdos de comercio celebrados.

La Cepal recomienda que la política macroeconómica y la industrial se visualicen como caminos complementarios, articulados y con sinergias para orientar exitosamente la estructura productiva hacia el mercado ampliado.

Por ello, llevamos dos años y medio hablando de la necesidad de una política industrial competitiva e innovadora.

Si analizamos los esfuerzos actuales de EE. UU. y otros gobiernos por recuperar las industrias que se fueron a China, nos damos cuenta de que no es viable el desarrollo nacional ni el pleno empleo, sin brindar las herramientas necesarias para impulsar la industria nacional que genere valor agregado y compita nacional e internacionalmente.

La industria colombiana no puede seguir siendo objeto de atención marginal ni que amerite apenas medidas marginales como consecuencia del desinterés del Gobierno y, en parte –solo en parte–, del deterioro de los mercados internacionales.

Marta Lucía Ramírez

Exministra de Comercio

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