Para lograr el desarrollo de nuestro país tenemos que garantizar el mejoramiento de las condiciones de vida y el desarrollo económico de las zonas rurales, en donde vive el 23% de la población colombiana.
El acceso a los servicios financieros formales implica un esfuerzo constante y articulado entre el sector público y el sector privado, especialmente en las zonas más apartadas del país, puesto que constituye un requisito indispensable para generar desarrollo económico y reducir los niveles de informalidad que se traducen en un entorno precario sin seguridad social para los campesinos colombianos y en especial para las mujeres.
Por ello, nuestro compromiso con la equidad de género y lograr el 5°. objetivo de desarrollo sostenible. Es fundamental para el Gobierno Nacional contar con perspectiva de género en materia de políticas públicas, pues esto permite un cambio institucional con fines más igualitarios y democráticos, tanto para las mujeres rurales como para las mujeres urbanas.
En especial, nuestro énfasis es el empoderamiento y la seguridad económica que reduzca la dependencia y brinde más autonomía a las mujeres en nuestro país. En este contexto se enmarca nuestra preocupación por el acceso financiero de las mujeres.
Gracias al apoyo del gobierno de los Estados Unidos, en particular de su Agencia para el Desarrollo Internacional (Usaid), se han evidenciado los impactos positivos de la apertura de oficinas, corresponsales bancarios y cooperativos, así como la llegada de tecnologías transaccionales a municipios distantes como La Uribe y La Macarena en el Meta; El Bagre, Ituango y San Pedro de Urabá en Antioquia; San Vicente del Caguán en Caquetá; Tumaco en Nariño o Toribío en el Cauca, por nombrar solo algunos de los 197 lugares en los que el sector financiero, con apoyo de la cooperación internacional, ha focalizado sus esfuerzos en los últimos cuatro años, logrando que más de 570.000 personas accedan por primera vez a un crédito, una cuenta de ahorros o un micro seguro.
En muchos de estos escenarios las mujeres han sido las principales protagonistas de las transformaciones, las verdaderas gestoras del impulso económico de las regiones.
Algunas han pasado de ser víctimas de todo tipo de violencias a ser lideresas en procesos de educación e inclusión financiera. Este es el caso de las mujeres de los Montes de María que con el apoyo de la financiera Opportunity Internacional han creado grupos locales para ahorrar con sus familias y así cumplir sus sueños de iniciar un pequeño negocio o mejorar su vivienda.
O como las participantes en el programa Soy Líder de Bancompartir, que en el Bajo Cauca Antioqueño acercan mujeres y hombres al ahorro y al microcrédito. “Haberle podido poner paredes de material a mi casa y poderle ayudar a muchas personas de mi comunidad para que tuvieran plata de un banco para invertir en su negocio, ha sido de las cosas más bonitas que me han pasado en los últimos años gracias a que Soy Líder de Bancompartir”, comenta Arelis Bolaños en Montelíbano (Córdoba).
Las gerentes de las cooperativas de ahorro y crédito Microempresas de Colombia en Antioquia y Córdoba, y Coofisam en Huila y Tolima, han puesto todo su empeño para llevar su oferta de servicios financieros a zonas rurales apartadas, buscando que la comunidad pueda sacar adelante sus iniciativas productivas, diseñando estrategias de corresponsalía móvil, corresponsalía veredal y crédito digital para llegar adonde otras entidades no llegan.
Eloína Mendoza en San Pedro de Urabá (Antioquia) comentó: “Antes tenía que ir hasta la oficina de la Cooperativa, a más de una hora de mi casa, para poder pedir un préstamo; en cambio desde que Microempresas de Colombia me explicó lo del crédito digital, ya solamente con entrar desde mi teléfono a la aplicación de ellos, puedo hacer todos mis trámites sin salir de mi finca”.
Hemos visto varias historias de asesoras comerciales de entidades como el Banco de Bogotá, Davivienda, Bancamía, Banco Agrario y Banco Mundo Mujer. Y de servidoras de organizaciones más pequeñas como Crezcamos, Contactar, Interactuar y Congente, que a diario recorren pueblos y veredas en motos, chalupas e incluso a pie para poder atender a clientes que habitan en zonas rurales dispersas, a esos campesinos que de no ser porque la oferta de servicios financieros llega hasta las puertas de su casa, no podrían cultivar sus tierras, bajar su producción hasta los centros de acopio y apalancar así el desarrollo del país.
Esta es solo una muestra de la manera como se vive y se trabaja en el campo y para el campo. Son muchas las historias que todos los días se escriben en los rincones de Colombia, gracias al compromiso del sector financiero que, con aliados tan potentes, como Usaid, han abierto entre 2016 y 2018 más de 100 corresponsales bancarios y solidarios y 40 oficinas en zonas rurales de 12 departamentos, permitiendo que la población campesina de estas regiones afectadas por la violencia, 49% mujeres, accedan a créditos por más de 600 millones de dólares y ahorren más de 80 millones de dólares.
La Vicepresidencia de la República ha tenido la fortuna de encontrar en Usaid un aliado estratégico para que la equidad de género tenga en el empoderamiento económico una herramienta fundamental.
Con su ayuda y la de buena parte de nuestro sector empresarial y financiero, esperamos desarrollar cooperativas de mujeres rurales empresarias productivas, exitosas y formales que no solo hagan posible el avance de Colombia hacia la paz, sino que con su actividad productiva en las zonas rurales nos ayuden a consolidar el control territorial, en las zonas que hasta ahora han sido territorios de la coca y que con nuestra decisión y el trabajo del Consejero Presidencial para la Estabilización y Consolidación, Emilio Archila, así como el apoyo de nuestros aliados, se conviertan en territorios de progreso, de producción y de cierre de las brechas sociales de nuestro país.
Marta Lucía Ramírez
Vicepresidenta de la República