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Economía

11 may 2017 - 11:18 p. m.

Es el fin de la globalización tal como la conocemos...

Aunque el mundo se encuentra en un periodo confuso, concluir que esta llegó a su fin refleja
un desconocimiento de dicho proceso.

Brexit

La pregunta que falta responder es por qué la globalización puede sufrir retrocesos dentro de  regímenes democráticos.

Archivo portafolio.co

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Portafolio
11 may 2017 - 11:18 p. m.

Esta traducción libre del título de una canción del grupo R.E.M. pretende reflejar el periodo confuso en el que el mundo se encuentra.

(Lea: Populismo y globalización)

Temas como el Grexit, el Brexit, el incremento de las voces políticas dentro del núcleo de la Unión Europea para la disolución de la misma, el movimiento antimigratorio dentro de Europa, los movimientos políticos independentistas dentro de España (Cataluña) y el Reino Unido (Escocia), y los mensajes de Donald Trump como la muerte del tratado transpacífico (TPPA), el llamado a la renegociación del Nafta, el muro con México, son solo algunos de los ejemplos más llamativos recientes que utilizan algunos periodistas y comentaristas para hablar del fin de la globalización.

(Lea: ‘Trumpetazo’ a la globalización

Sin duda estamos pasando por una fase de retracción de dicho fenómeno. Sin embargo, concluir que ésta llegó a su fin refleja un desconocimiento de dicho proceso, que como veremos presenta fases de expansión y de retracción.

(Lea: La globalización contable llegó al país

La globalización es definida como el intercambio de conocimiento, bienes y flujo de personas fuera de las barreras de una comunidad. Bajo esta definición es claro que dicho proceso no es un fenómeno reciente, y menos aún uno inherente al sistema de libre mercado (hay quienes sostienen que es tan antiguo como la civilización misma, evolucionando desde el intercambio de bienes entre asentamientos humanos contiguos, hasta las sociedades interconectadas de hoy). Incluso, el historiador Niall Ferguson nos recuerda que grandes procesos de globalización que ocurrieron en el mundo, como por ejemplo los del siglo XV, y los de los siglos XVIII y XIX, estuvieron relacionados con los imperios europeos.

En el ámbito contemporáneo han existido dos fases marcadas de expansión de la globalización. La primera, entre 1870 y 1913, es el resultado de la Revolución Industrial y el surgimiento de EE. UU. como potencia. Dicha fase inicia su retracción con la declaración de la Primera Guerra Mundial, y se extiende hasta pasada la Segunda.

Una fase contractiva similar a la vivida en este escenario sería poco prometedora, dado que evidencia una ruptura del proceso de integración a partir de dos guerras y la peor crisis económica registrada en el mundo contemporáneo (la crisis de 1929).

La segunda, que empieza luego de la Segunda Guerra Mundial, con el surgimiento de instituciones supranacionales a partir del acuerdo de Bretton Woods, como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y lo que terminaría siendo la Organización Mundial de Comercio, pero también el proceso de integración europea y la creación de la Zona del Euro.

Esta etapa, que llega a su mayor fase expansiva luego de la caída del muro de Berlín, empieza a mostrar señales de debilidad con las crisis financieras asiáticas y rusa a fines del siglo pasado, siendo la crisis del 2008 el punto crítico que gatilla un proceso progresivo de cuestionamiento de los beneficios tangibles que la globalización ha traído a la humanidad.

Un grupo de prestigiosos académicos se reunieron, bajo el patrocinio del National Bureau of Economic Research en el año 2002, para analizar el conocimiento que se tenía sobre los procesos de globalización. Una de las conclusiones de Clive Crook, en ese entonces editor del semanario The Economist, era que la historia no tenía una respuesta clara sobre si el fenómeno de la globalización podría ser interrumpido dentro de un proceso político democrático, dado que los períodos de reversión ocurridos en el pasado habían sido consecuencia de algún evento cataclísmico.

Quince años más tarde sabemos que es plausible que la globalización se desacelere dentro de procesos democráticos: basta con volver a los ejemplos con los que comencé este artículo.

La pregunta que falta responder es por qué la globalización puede sufrir retrocesos dentro de regímenes democráticos. La explicación más plausible es que la fase expansiva del proceso de globalización siembra las propias semillas de su eventual y progresivo declive.

La globalización sin duda ha traído una serie de beneficios para la sociedad en su conjunto; sin embargo, también ha generado perjuicios para ciertos grupos de habitantes.

Asimismo, se encuentran personas que, sin necesariamente haber sido perjudicadas directamente, muestran su descontento con algunas consecuencias del proceso (el movimiento Occupy Wall Street, por ejemplo).

Las repercusiones de la crisis del 2008 han reflejado debilidades y desafíos en proyectos como la Unión Europea y el proceso de estancamiento de la clase media estadounidense, por mencionar ejemplos de dos de las economías más importantes del globo.

En la medida en que los procesos democráticos recogen estas percepciones, las políticas que frenen el proceso de globalización pueden ganar mayor popularidad.

Dado que no hemos visto fases de retracción de la globalización en la historia reciente, lo ocurrido en la última década puede dar lugar a expresiones sobre el fin de la misma.

No obstante, una perspectiva histórica nos hace pensar que no estamos frente a ese escenario. Ahora bien, qué tan bien nos sintamos dependerá de hasta qué punto los beneficios logrados se pongan en entredicho y si las diferencias puedan ser manejadas dentro de un proceso político ordenado y sin mayores cataclismos.

James Loveday,
Head Comercial Corporativo
Credicorp Capital.

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