Uno de los términos más usados en la literatura económica es el de inflación, el cual se refiere al comportamiento de los precios. Sin embargo, existe una categoría de esta medición de la que poco se habla, llamada inflación básica.
(El país donde los precios se duplicaban cada 15 horas).
Según la definición del Banco de la República, la inflación básica busca eliminar los efectos de perturbaciones temporales en los precios.
“Para esto, se excluyen de la canasta del IPC aquellos ítems con comportamientos de precios muy volátiles o que están fuera del control de la política monetaria, como por ejemplo los precios de los alimentos y algunos precios regulados (combustibles, servicios públicos, transporte)".
(El billete de $2.000 que Argentina emitirá para combatir la inflación).
Según el Emisor, estas medidas proveen información de la tendencia de largo plazo de los precios, y es la inflación que está directamente afectada por las decisiones de política monetaria.
Usualmente, los bancos centrales utilizan el IPC (índice de precios de los consumidores) para las decisiones de política monetaria. Sin embargo, este indicador es influenciado por factores de demanda y de oferta volátiles que no pueden resultar contraproducentes en el largo plazo, pues generan alzas repentinas y transitorias en precios.
(Los rubros que presionan la inflación del transporte).
Frente a esta situación resulta fundamental para las autoridades macroeconómicas tener indicadores como la inflación básica que filtre aquellas variaciones transitorias que responden a factores de oferta para establecer un comportamiento de largo plazo.
Una estrategia de política monetaria basada en índices de inflación básica podría permitir disminuir los costos, en términos de crecimiento, de la política monetaria en la medida que dichos índices miden aquellas variaciones de precios que tienden a ser incorporadas en las expectativas de inflación de los agentes.
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