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Internacional

10 sept 2021 - 9:30 p. m.

11-S: 20 años de un atentado que cambió la economía internacional

Sectores que no volvieron a ser iguales, golpes a la globalización y paradigmas macroeconómicos nuevos, en la nueva realidad que los ataques crearon.

Torres Gemelas

El 11 de septiembre de 2001 dos aviones comerciales chocaron contra las dos torres gemelas del WTC.

AFP

POR:
RUBÉN LÓPEZ PÉREZ

Hoy Estados Unidos conmemora el 20 aniversario de los mayores atentados terroristas que se han vivido no solo en ese país, sino en el mundo. Y aunque el mayor costo que tuvo ese acto de Al Qaeda fue sin duda la pérdida de vidas humanas, que se cifra en 2.977 personas, este también trajo consigo una serie de impactos que cambiaron a la economía global.

Y estos van más allá que los costos del atentado, los cuales fueron altos. Según lo que se fue publicando, las reparaciones del área del World Trade Center llegaron a US$60.000 millones, a lo que se sumaron otros recursos como el paquete de ayuda del Congreso por US$40.000 millones o las pérdidas de las distintas actividades, de más de US$120.000 millones.

Y, por supuesto, los de las operaciones militares. Según Daniel Egel, economista sénior de Rand Corporation, “los costos directos de las guerras relacionadas con los ataques (Afganistán, Irak, Pakistán, Yemen, etc.) se han estimado en $8 billones. Pero la cifra es engañosa, ya que la gran mayoría de ese gasto se entregó a ciudadanos y empresas estadounidenses, lo que impulsó el crecimiento económico y la productividad”.

Eso sí, para Egel, el impacto no generó un cambio de tendencia. “El crecimiento mundial se ha mantenido desde 1980. Si se excluye la Gran Recesión y la covid, el avance en los 20 años antes y después del 11S es aproximadamente el mismo (alrededor del 3%)”.

De acuerdo con varios reportes, a pesar de que el PIB global estaba golpeado por la crisis de las puntocom, los atentados tuvieron un gran impacto. Mientras que en el 2000 el PIB global creció 4,8% (4,1% Estados Unidos), en el 2001 esa cifra bajó a 2,5% (1% en EE. UU.) y a 2,9% (1,7% EE. UU.) durante el siguiente 2002.

El pesimismo económico que se despertó también se vio con las perspectivas emitidas antes y después. Las cifras del Banco Mundial de abril del 2001 veían un alza mundial de 2,2%, mientras que los datos de octubre se redujeron a 1,3%. Y lo mismo ocurre con la Ocde, que bajó un punto porcentual su previsión entre los informes de junio y noviembre.

PÉRDIDA DE LOS LÍMITES

Los economistas coinciden en que una de las principales consecuencias económicas que trajo el evento y lo que ocurrió después fue la pérdida de los límites en algunos de los indicadores.

Entre planes de estímulo, mayores gastos de guerra y las distintas medidas que se adoptaron tras los atentados, se pudo ver una flexibilización de los límites macroeconómicos.

Tal como lo explica Jorge Restrepo, economista de la Universidad Javeriana y director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac), “a nivel macroeconómico los atentados de septiembre 11 volvieron a prender la máquina de guerra para impulsar las capacidades internacionales de Estados Unidos. Eso rompió las barreras fiscales que se habían impuesto al gasto público en ese país en los años 70 a consecuencia de que emergió fácilmente un consenso bipartidista para financiar el mayor incremento de gasto militar desde la posguerra de la Segunda Guerra Mundial”.

Por supuesto esto ayudó a que se impulsara el crecimiento económico, el cual recuperó el dinamismo previo a la crisis en el 2003, pero generó otros problemas que, para algunos, fueron el caldo de cultivo para crisis posteriores, pues se centró en temas militares y desatendió otros puntos claves de la economía.

Así lo cree Edward Stuart, profesor emérito de economía de la Universidad Northeastern Illinois, quien apunta que “un efecto del 11 de septiembre es la hipermilitarización de la economía estadounidense y la tremenda desviación de recursos hacia el ejército y otras agencias de seguridad, como la TSA. Esto se ha producido a expensas de varias necesidades clave de la misma economía,como por ejemplo en infraestructura, y no solo la física, sino también la humana como la educación, el cuidado infantil, el cuidado de los ancianos y la salud pública. Las deficiencias de estos sistemas han quedado retratados en la pandemia de la covid-19, y es consecuencia de las medidas que se tomaron tras los atentados”.

Es así que, como agrega Stuart, “en macroeconomía, los grandes déficits creados por el aumento del gasto militar y de seguridad han limitado la capacidad del gobierno para contrarrestar las recesiones. Casi todos los economistas están de acuerdo en que el estímulo contra la ‘Gran Recesión’ fue muy inadecuado para ayudar a que la economía se recuperara por completo”.

GOLPE AL MARCO GLOBAL

Además de los cambios que se vieron en la macroeconomía, los expertos apuntan también a un golpe a la estructura mundial, basada en la globalización.

Jean-Marie Chenou, profesor de economía internacional de la U. de los Andes, considera que “en retrospectiva, el 11 de septiembre del 2001 se puede entender como el final dramático del sueño de una globalización feliz (como la llamaba el politólogo francés Alain Minc). Si bien los mercados se recuperaron rápido del choque, el rumbo de esta cambió. Con los conflictos internacionales liderados por Estados Unidos, los sectores militares y de seguridad crecieron mientras que la idea de una liberalización total de los mercados se vio afectada”.

Un ejemplo de ello es el comercio, pues la ronda de negociación de la OMC en Doha que se lanzó unos meses después de los atentados se estancó y la organización, símbolo de la liberalización de los años 1990, no volvió a tener el liderazgo en el comercio global.

Esta fue la primera crisis del orden posguerrra fría y globalización. Veinte años después, podemos ver que esta se enmarcaba en una inestabilidad estructural del orden económico mundial que nos sigue afectando después de la crisis financiera del 2008, la pandemia y la cuestión cada vez más urgente del cambio climático”, señaló también Chenou.

El experto de la U. de los Andes comparte la opinión de que ante la ilustración de la vulnerabilidad de EE. UU. como potencia, los emergentes se volvieron más prometedores para los inversionistas. “Los atentados marcan entonces el auge de potencias económicas como Brasil, India y, particularmente, China”, resalta.

CAMBIOS ESTRUCTURALES

Sin salir de la economía, otra de las consecuencias del 11S fue, sin duda, los profundos cambios estructurales que generó tanto en distintas industrias, como en regulaciones y normativas.

De acuerdo con Restrepo, “a nivel sectorial cambió por completo los sectores de servicios, comenzando por el transporte aéreo y las tecnologías de la información. Desde entonces los servicios quedaron imbricados en la lógica de la seguridad nacional y el antiterrorismo”.

Precisamente, el comercio fue también uno de los rubros que se vio afectado tras el 11S. Mientras que las cifras esperaban que los intercambios en el mundo presentaran un avance de más de 5%, finalmente los organismos internacionales muestran que el crecimiento fue cercano a 1%.

Las medidas de seguridad adicionales han afectado desde entonces a industrias como los viajes, el turismo y el comercio internacional al aumentar los costos generales del transporte. Esto ha tenido un efecto deprimente en esos y otros sectores económicos”, asevera Stuart.

No obstante, expertos como Egel, afirman que hay que poner en contexto el impacto, y que por ejemplo la pandemia de covid ha tenido consecuencias mucho mayores en sectores como el turismo o el comercio.

Él, en cambio, sí que resalta cambios normativos como relevantes desde el 11S, entre los que están “las regulaciones financieras diseñadas para prevenir el financiamiento del terrorismo. Los ataques resultaron en una coordinación internacional ALD / CFT (anti-lavado de dinero / lucha contra el financiamiento del terrorismo) fortalecidas, que creo que ha tenido impactos demostrables contra esas organizaciones, pero también algunos efectos secundarios negativos, como el envío de remesas, por poner un ejemplo claro para América Latina”, resalta Egel.

Hoy se conmemora el drama que supuso el 11S, el cual todavía deja tras de sí consecuencias para la economía internacional que, en épocas de crisis como la actual, se puede observar más que nunca.

Torres Gemelas

Archivo


CAMBIO EN LA RELACIÓN CON AMÉRICA LATINA

Más allá de las consecuencias que los atentados del 11 de septiembre de 2001 tuvieron para Estados Unidos y la economía mundial, una parte importante de esos impactos se pudo ver en lo relacionado con América Latina.

Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano, apunta que “los ataques del 11 de septiembre aceleraron un cambio que ya estaba en marcha: la disminución del interés y la influencia de Estados Unidos en América Latina. Con el presidente Bush, había alguna esperanza de relaciones al menos más productivas con México, pero lo que parecía una agenda bilateral prometedora se descarriló, y la atención y el enfoque de Washington se desviaron rápidamente hacia el Medio Oriente, el principal objetivo de la guerra contra el terrorismo”.

Esto, según Shifter, supuso que los ataques tuvieran un impacto económico negativo en América Latina. “La tragedia aumentó la incertidumbre y la ansiedad, lo que resultó en una reducción de los flujos comerciales y de inversión hacia la región. Los viajes aéreos disminuyeron significativamente y el turismo bajó. Por supuesto, no todos los problemas pueden atribuirse al 11S”, dijo.

Las cifras al respecto sí apuntan en esa dirección. Por ejemplo, la inversión extranjera directa de EE. UU. hacia Latinoamérica en el año 2000 ascendió hasta los US$169.700 millones, un dato que bajó año tras año desde 2001 hasta US$142.200 millones en 2003. De hecho, los niveles previos a los ataques no se recuperaron hasta el 2005. La mayor caída anual fue en el 2001, con un descenso del 10% en este indicador.

Algo parecido ocurrió con el comercio y las exportaciones. Mientras que las ventas externas de bienes eran de US$170.700 millones en el 2000, cayeron hasta US$149.000 millones en 2002, aunque se recuperaron para el siguiente año.

Como concluye Shifter, “tras los ataques, en la medida en que Washington miró hacia el sur, aplicó cada vez más una lente de la guerra contra el terror’. Esto se tradujo en una creciente preocupación por las posibles amenazas que emanan del área de la Triple Frontera y otros países de América Latina”.

Rubén López Pérez
Editor de Portafolio


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