Las acciones de un mal CEO

Archivo particular.

No valoran el trabajo de sus empleados: no les importa si el empleado lleva 20 años haciendo el mismo trabajo y de manera eficaz; se sienten con la libertad de decir que lo que ha hecho no vale. 

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No conocen a sus trabajadores: muchos CEO consideran que deben estar aparte y no se mezclan con los empleados. 

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No dan ejemplo: nada brinda peor imagen a un directivo que ser ajeno a los problemas de su organización.

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Se contradicen y no son claros: muchos dan instrucciones todo el tiempo, algunas veces sin pensarlas llegando al punto que lo que dicen no es coherente. 

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Critican a la persona, no al trabajo: es muy común que un CEO sienta que tiene el derecho de insultar al trabajador, generando un ambiente laboral desmotivado y poco comprometido.

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Tienen privilegios exagerados: algunos ponen por encima su comodidad que la de sus empleados. Por ejemplo, tienen una oficina de 20 metros cuadrados, mientras 20 empleados trabajan hacinados en el mismo espacio.

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Interrumpen y dejan en evidencia a los demás: en reuniones ponen en práctica ver las presentaciones con cara de asco o de aburrimiento, interrumpen a los que están hablando sin sentido y regañan a alguien por su trabajo enfrente de todos los demás.

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Sienten que lo saben todo: la ignorancia excesiva y la condescendencia son actitudes comunes de los directores poco efectivos.

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Mienten: muchos directores aun sabiendo que la compañía no va por buen camino, utilizan frases como “pronto lo haremos” o “este cambio será muy bueno para los empleados”.

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No respetan los horarios de sus trabajadores: algunos tienen la costumbre de llamar a sus empleados luego de finalizar sus horario laboral solo para resolver dudas que pueden esperar.