Entre exabruptos como la salud y la descarbonización irresponsable, en la política económica de Petro se destacan aciertos como lo tributario con la reforma de Ocampo y el esfuerzo por reducir los impuestos a las empresas aumentando los de los altos ingresos. Y un aspecto que no ha recibido la atención que merece, la política de reindustrialización. La propuesta es un magnifico resumen del know how y la best practice en el tema de la política industrial, reflejando lo competente del distinguido equipo que asesoró su elaboración.
Sus objetivos: cerrar brechas de productividad, fortalecer los encadenamientos productivos y la inversión, diversificar y sofisticar la oferta interna y exportable; transición energética: descarbonización de la matriz productiva, integrando las energías alternativas; agroindustrialización; tejido empresarial de los territorios.
Sus principales elementos: capital y financiamiento: empresas estatales inviertan en nuevas tecnologías; banca de desarrollo (¡se habla de nuevo de ella!) financie proyectos de infraestructura que jalonen la transformación productiva e inclusión financiera para el emprendimiento; capacidades: programas de formación que correspondan con las demandas de formación para el empleo; tecnología: alianzas para la transferencia de tecnología; centros de Reindustrialización con infraestructura compartida de servicios empresariales; infraestructura funcional y conectividad: corredores que materialicen la integración física, de transporte multimodal y económica en las regiones fronterizas.
El intento más completo después de varios desde que Gaviria y Homes desmontaron la política industrial. Falta que el equipo de Mincomercio liderado por Germán Umaña, habiendo dado un paso tan importante en lo conceptual, logre avanzar en su implementación.
Dejando a un lado el problema de las capacidades para su implementación, ¿cuál es el problema aparentemente no enfatizado en la propuesta salvo al hablar de compras estatales? Como lo muestra la política que hizo posible el Milagro Asiático la política industrial no puede ser un oasis en medio de un desierto de una política económica desfavorable, en particular en lo macroeconómico.
Una macro amigable con la reindustrialización lo es necesariamente con la inversión incorporadora de cambio técnico, lo cual incluye precios macroeconómicos (particularmente la tasa de interés) y expectativas estables de demanda y rentabilidad. Este papel pivotal de la inversión y de sus condiciones, empezando por estas expectativas no es suficientemente enfatizado y en la práctica tiene un enemigo implacable: los exabruptos de Petro que crean un clima de incertidumbre que puede dar al traste con la política por bien diseñada que esté.
Ricardo Chica
Investigador desarrollo económico.
