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Sergio Calderón Acevedo

Constituyente: sí y ya

La reforma más importante es añadir a los derechos humanos el contrapeso de los deberes humanos.

Sergio Calderón Acevedo
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Sergio Calderón Acevedo

Todos queremos salir del gobierno del cambiazo y cuando se presenta la oportunidad, inexplicablemente, se rechaza masivamente su intento de suicidio. Lo primero que hay que recordar es que al Okupa de la Casa de Nariño le podemos dar la misma dosis que al Nobel en su plebiscito, pero podemos hacerlo al revés, esta vez dándole un rotundo sí.

Lo siguiente es obtener la mayoría necesaria para que la Constitución reformada limite el poder presidencial y refuerce los controles de los demás poderes públicos, especialmente el judicial a través de las Cortes, la Fiscalía y la Procuraduría.

Debe la reforma eliminar la inmunidad presidencial y la parlamentaria, para que podamos, como en países vecinos, aplicar el código penal a los hoy intocables. Y debe limitar los poderes del Presidente, para evitar que tengamos dictadorcitos de opereta como Ortega, Maduro o Díaz-Canel, o incluso delincuentes del calibre de Vladimir Putin.

De paso se puede blindar aún más al Banco de la República, cambiando la facultad del Presidente de nombrar codirectores, para que sea el Congreso el que valide las postulaciones, como se hace en EE. UU. Y, siguiendo el modelo de la independencia del Emisor, se puede introducir la norma de que las Fuerzas Armadas sean independientes, para que el Presidente, como han hecho este y Santos, no las humillen con una capitulación.

En cuanto al gabinete, se puede pensar en un artículo que limite la ineptitud de los miembros del gabinete: que máximo dos o tres ministros sean mediocres, pero no todos, como hoy. Puede ser eliminado el gabinete paralelo de los tales Dapre, Dap, Ungrd y demás huecos negros y focos de corrupción.

Todo lo que ellos hacen, puede ser administrado desde algún ministerio, con mayor vigilancia desde la Contraloría. Se puede elevar a nivel constitucional la carrera diplomática y la de directores de oficinas comerciales en el exterior. No más prófugos en embajadas creadas o reactivadas para callar a cómplices de delitos pasados, ni nombramiento de agregados comerciales desde el despacho de la primera dama.

Pero la reforma más importante es añadir a los derechos humanos el contrapeso de los deberes humanos. Tanto como la recesión económica en que nos tiene hundidos el régimen, la inseguridad es el otro gran problema de Colombia. No tenemos un sistema carcelario disuasivo, ni castigos ejemplares. La fórmula para la presente coyuntura ya ha sido implementada, con rotundo éxito, en El Salvador.

Somos rehenes del crimen organizado, y del activismo que sobrepone los derechos de sicarios, secuestradores, narcos, pederastas, atracadores y demás lacras sociales a la integridad de los ciudadanos que piden que se cumpla el mandato constitucional de proteger la vida, honra y bienes de todos. Apoyemos la convocatoria y elijamos unos constituyentes que pongan en su sitio al peor presidente de la historia del país.

SERGIO CALDERÓN
​Economista

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