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Gonzalo Gallo González

Cuando aceptas, no sufres

Los sabios enseñan que siempre nos llega lo que nos corresponde para aprender lo que necesitamos.

Gonzalo Gallo González
POR:
Gonzalo Gallo González

Había una vez un clavo que se quejaba sin cesar de los golpes que le había dado el martillo. Cierto día, una linda hada escuchó sus quejas y le dijo: ¿Quieres ser un martillo? “Claro que sí”, dijo él alborozado. “Hecho está”, dijo el hada, y desapareció de su vista.

El tiempo pasó, y la euforia del inicio se fue poco a poco transformando en desdicha para él. Primero gozaba dando golpes, pero con el tiempo se resistía a hacerlo y sufría.

Un día apareció el hada y le dijo: “Conténtate con tu suerte y cambia la envidia por aceptación”. Y agregó: “No todo es como parece. Te convierto otra vez en lo que eras antes. Ahí estás tú, bien quieto en tu sitio, pero el martillo golpea y golpea una y otra vez”. Ojo: La aceptación aleja el sufrimiento que es opcional. Sufres por no aceptarte, no aceptar a los otros y no aceptar la realidad tal como es.

Con ego soberbio caes en la trampa de batallar o hacer resistencia, y eso atrae el sufrimiento. En vano intentas cambiar a los otros, y lo único que logras es generar conflictos y agrietar las relaciones. La aceptación que mejora tu existir debe ser amorosa, serena y activa.

O sea, actúas con amor auténtico, en paz, y te ayudas para estar bien. La aceptación serena, amorosa y activa te libra de batallas estériles con Dios, contigo mismo, con los demás y con la vida. La aceptación que ilumina todo, nace de asumir sin peleas la realidad, obrar con amor y hacer lo que se pueda para estar mejor. El sufrimiento es opcional.

Aceptar es asumir en paz lo adverso, aunque tu mente lo etiquete como absurdo o injusto. Aceptación no es resignación, no es cruzarse de brazos ni sentarse en el sofá de los lamentos. Aceptar es comprender que todo lo que se vive es perfecto y llega para el bien.

Lo que ves como enigmático tiene un sentido o un para qué. Con Dios en el alma elige aceptarte, aceptar a los demás tal como son y acoger lo que parece insufrible. Así superas los azares, abrazas lo desconocido y disfrutas experiencias reparadoras. Si cuidas tu espíritu permaneces firme ante los vaivenes de la realidad. Los sabios enseñan que siempre nos llega lo que nos corresponde para aprender lo que necesitamos.

Afronta los dilemas con sabiduría, sé más flexible y menos rígido y deja de lado un ánimo beligerante. En lugar de hacer resistencia, acepta lo que vives.

Según una ley de la vida, a más resistencia, más sufrimiento. Con aceptación nunca se sufre, aunque haya dolor.

Comprende que todo marcha como debe ser dentro de una aparente imperfección. Eso implica que los seres humanos aprendan del mal, de los errores. Repite: “Si acepto fluyo, si hago resistencia, sufro”.

GONZALO GALLO G.
Escritor y conferencista.​

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