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Rafael Herz

El otro lado del debate

Las decisiones son visiones diametralmente diferentes y tendrán repercusiones para valores democráticos que definirán el futuro del país.

Rafael Herz
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Rafael Herz

El debate en la contienda presidencial entre Trump y Biden marcó un momento crucial en la política estadounidense, y los análisis posteriores se centraron en el carácter de los dos candidatos. Trump se mostró seguro, prepotente, grosero, y mintió repetida y descaradamente. Biden, en varias oportunidades, no fue capaz de explicar sus logros y sus posturas, y mostró debilidades en su capacidad para liderar el país. La discusión se ha centrado en los llamados al interior del partido demócrata de pedir la renuncia de Biden y la búsqueda de posibles candidatos, hecho que resulta extremadamente difícil con solo 4 meses hasta las elecciones.

Mucho de lo que se ha venido resaltando ha sido el tono y la conducta del debate que subrayaron la erosión de las normas tradicionales de la política. La agresividad retórica, las interrupciones constantes y las acusaciones personales eclipsaron los temas de fondo. El otro lado del debate quedo relegado a un segundo nivel, en el que, sin embargo, quedo clara la polarización extrema que prevalece en la sociedad estadounidense.

En políticas económicas el énfasis de Trump se centró en la reducción de impuestos y la desregulación, mientras Biden destacó las inversiones públicas en infraestructura, educación y tecnología para impulsar una economía inclusiva y sostenible en el largo plazo. El debate también puso de relieve las divisiones sociales y culturales alrededor de temas como la justicia racial, el respeto por la libertad de prensa y la independencia de los poderes y las agencias federales, así como los derechos de minorías reflejando visiones opuestas sobre inclusión, equidad, y los derechos civiles en el país.

A nivel nacional, las políticas de inmigración, atención médica y los derechos al aborto emergieron como puntos críticos de desacuerdo. Trump continuó promoviendo políticas restrictivas de inmigración y criticó la Ley de Cuidado de Salud (Obamacare), mientras que Biden enfatizó la necesidad de una atención médica accesible para todos los estadounidenses, y una lucha contra la inmigración ilegal mientras se protege la inmigración legal. En términos de política exterior, el debate ofreció una visión de cómo EE. UU. podría interactuar con el resto del mundo bajo cada candidato.

Trump defendió un enfoque unilateralista y de “América primero”, sin acusar a las autocracias que dinamitan las democracias de occidente. Biden, por su parte, abogó por un retorno a alianzas multilaterales y diplomacia robusta para detener a dictaduras como Rusia, China o Irán. Estas diferencias tienen implicaciones significativas para la cooperación internacional en temas como el cambio climático, el libre comercio y la seguridad internacional, así como la reputación de la potencia americana en la arena global.

La discusión se ha centrado en los individuos, sus debilidades y sus características personales. Pero el otro y más importante lado del debate deja entrever que las decisiones son sobre posturas y visiones diametralmente diferentes y que tendrán repercusiones para los valores y los principios democráticos que definirán el futuro del país, así como la dirección política, económica y social de EE. UU. con repercusiones más allá de sus fronteras.

RAFAEL HERZ
Analista Internacional

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