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Rafael Herz

El peligroso auge del nacionalismo

Trump, Putin o Xi Jinping, los partidos extremistas de izquierda y derecha, por ejemplo, coinciden en una visión de crecer hacia adentro.

Rafael Herz
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Normalmente y, de manera simplista, las tendencias políticas han sido divididas en “derecha” e “izquierda”. La derecha, usualmente ha rechazado una mayor injerencia del estado, ha buscado mayor libertad del individuo, respaldando las fuerzas del mercado, y buscado un concepto de la sociedad basado en orden y autoridad.

La visión de la izquierda ha señalado la necesidad de la interferencia del gobierno para cerrar brechas y promover mayor equidad, contemplando un rol más activo del gasto público, una preferencia de los valores colectivos a la libertad individual, pero a la vez la promoción de los derechos en temas de preferencias sexuales, de decisiones de aborto o de búsqueda de formas más liberales de convivencia.

En la actualidad, pareciera que estas diferencias han pasado a un segundo plano ante un consenso de las tradicionales fuerzas de derecha e izquierda hacia un llamado de mayor nacionalismo, de la defensa de las fronteras nacionales, y del rechazo a la globalización. Tanto Trump en Estados Unidos, Putin en Rusia o Xi Jinping en China, los partidos extremistas de izquierda y derecha y los movimientos independentistas en Europa, solo a título de ejemplo, coinciden en una visión de crecer hacia adentro y rechazar los valores de afuera.

Las coincidencias incluyen el rechazo a la inmigración por el supuesto peligro de generar pobreza; considerar que la globalización ha debilitado la capacidad productiva y que ha excluido a varios grupos poblacionales; y consideran a las organizaciones supranacionales o multilaterales como una limitante de la soberanía y la independencia. A esto se suma una visión compartida que los países occidentales hoy son más un ejemplo de decadencia que de progreso, y que más que defender la independencia de las instituciones, hay que cooptarlas en beneficio de asegurar el poder. Estas coincidencias ideológicas también resultan en cambios de las alianzas tradicionales y de un potencial nuevo orden global.

Lo que olvidan estos ‘nuevos nacionalistas’ es que fue la interdependencia económica de la segunda mitad del siglo XX e inicios del XXI, la libre movilidad de capital y trabajo, y la defensa de los derechos humanos, lo que permitió crear sociedades más equitativas, abiertas y en paz. Ante retos globales, como el cambio climático, la lucha contra el extremismo ideológico y el terrorismo, así como la seguridad alimentaria, se necesitaría más cooperación y no menos, más reconocimiento del multilateralismo y no más nacionalismo.

Y si existe un ejemplo del potencial nuevo orden global que se avecina, está el anuncio de Trump de no defender a los estados de la OTAN si no cumplen con un mayor gasto militar a nivel individual. Se basa en pensar en que la defensa de la democracia corresponde a cada país en primera línea, y que no hay que defender a otros países democráticos si son atacados. Este anuncia invita a las autocracias del mundo a seguir expandiendo su poderío militar. La defensa de los valores occidentales se defienden en conjunto, en alianza, en reconocimiento de un mundo globalizado e interdependiente, y no en su rechazo.

Rafael Herz
Analista Internacional.

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