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Institucionalidad cafetera

La actividad cafetera ha sido durante muchos años un símbolo de excelencia, calidad y tradición en el país que nos identifica a nivel mundial.

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La actividad cafetera está inmersa en la nacionalidad misma. Desde la época de las grandes haciendas hasta la época actual de pequeños y medianos caficultores genera una dinámica económica y social importante en las regiones cafeteras.

Paralelo a ello, la institucionalidad cafetera ha ido evolucionando, con aciertos y errores, pero acumulando experiencias, y se ha ido nivelando con las tendencias del mercado internacional, donde a pesar de la gran competencia mundial, la imagen del café colombiano ha crecido dada por la excelente calidad del producto. Esto ha sido resultado de una cultura de cultivo, beneficio y comercialización que genera cafés suaves de alto valor. Es una cadena de valor virtuosa que es necesario mejorar y fortalecer antes que improvisar o colocarle los santos óleos. Tal vez lo dicho por la Ministra de Agricultura recientemente es resultado de la euforia del cambio y de su desconocimiento de lo que ha costado muchos años consolidar.

Siempre es más saludable construir sobre lo construido que desear algo nuevo y expresarlo sin medir el impacto ni el daño que esto hace en los mercados internacionales. Esto crea incertidumbre en todos los actores de la cadena y son peor que un incendio de grandes proporciones. Para los caficultores es como un golpe de Estado más que blando, porque genera desconfianza, avivan mayores conflictos y daños irreparables en la reputación.

La actividad cafetera ha sido durante muchos años un símbolo de excelencia, calidad y tradición en el país que nos identifica a nivel mundial. Sin embargo, es claro que la institucionalidad cafetera debe estar a la altura de los desafíos actuales y futuros. Ello es posible en la medida que se concierte con el Gobierno Nacional la hoja de ruta, que se corrijan las fallas que hacen pesada su administración, que se vuelque más sobre los pequeños y medianos productores, se mejore la cadena de valor con innovación tecnológica, se garantice la sostenibilidad ambiental y se logre una presencia más activa en el mercado mundial.

Lo anterior demanda también de una política agropecuaria activa que apoye la modernización de la infraestructura productiva, con créditos de fomento oportunos, con asistencia técnica y con inteligencia de mercados para profundizar la presencia de cafés especiales en el mundo. Ya es tiempo de sacar la espina sin dolor para trabajar juntos por una actividad que es patrimonio de todos los colombianos.

En esa dirección la Federación Nacional de Cafeteros (FNC) debe empeñarse en hacerse más liviana en la administración pero más fuerte en las zonas cafeteras, hacerla más transparente, rendir cuentas periódicas de los ingresos del Fondo Nacional del Café, hacerla más eficiente y representativa de los intereses de todos los actores involucrados en la cadena cafetera. Pero ello no significa que debe tirarse por la borda un gremio que está unido.

JESÚS A. VARGAS
​Consultor empresarial
jesusvargas.orozco@gmail.com.

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