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La Unión Europea

Resulta que los únicos funcionarios de elección popular son los miembros del Parlamento. Es lo que los europeos llaman déficit de democracia.

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Entre el 6 y 9 de junio se llevó a cabo la elección del Parlamento Europeo en los veintisiete países que conforman la Unión Europea, la segunda democracia más grande del planeta después de la India. Es el comienzo del cambio de la cúpula de ese animal extraño. La UE no es un país, no es miembro de las Naciones Unidas, pero funciona como un país. Tiene bandera, himno, moneda única, parlamento, tribunales de justicia, embajadas, 24 idiomas, emite pasaportes. Los Veintisiete le han cedido mucha soberanía a Bruselas -la capital de Europa- desde donde se decide hasta la curvatura que debe tener el banano en la Unión. Y resulta que los únicos funcionarios de elección popular son los miembros del Parlamento. Es lo que los europeos llaman déficit de democracia.

La UE de hoy es el resultado de un proceso de paz: “En un período de setenta años Alemania y Francia combatieron en tres guerras, hoy eso es impensable”, declaró el Comité Nobel de Paz cuando le concedió este premio a la UE. Para llegar a eso, con la UE se eliminaron las fronteras nacionales, se legisla para los Veintisiete, y se selló la Unión con la moneda única.

Muchos economistas pronosticaron el fracaso del Euro -era una política monetaria común, sin política fiscal común, y sin integración financiera-. En la crisis de la deuda soberana (2009-2012) mostró sus debilidades estructurales y se pronosticó su derrumbe. El peso de la Canciller alemana, Ángela Merkel, fue determinante para resolver la crisis, entregando soberanía a Frankfurt, sede del Banco Central Europeo. Su mantra era, “si fracasa el euro, fracasa Europa”.

Al interior de la Unión siempre ha habido tensión entre fuerzas soberanistas y fuerzas de unión cada vez más estrecha. Los primeros están arropados en los llamados partidos populistas o nacionalistas euro fóbicos. Su electorado es una clase media apachurrada entre la élite de arriba y los parásitos de abajo que viven del trabajo de los demás. Ven a Bruselas y a Frankfurt como poderes hegemónicos, a la armonización europea como una pérdida de valores nacionales.

La fuerza dominante en la UE es el partido Demócrata Cristiano de centro derecha, el cual ha ganado seis elecciones sucesivas incluyendo la de 2024. Junto con los Social Demócratas y los Liberales de Macron hacen mayoría. Las fuerzas populistas siguen siendo minoría, 18,2%. En estas elecciones parlamentarias hubo dos víctimas colaterales: los gobiernos de Francia y Alemania, motores de la UE. La ultraderechista Marie Le Pen (31,5%) humilló al presidente Macron (14,6%).

Este cerró la Asamblea y convocó a elecciones para que los franceses eligieran entre él (personificación de la UE) y Le Pen (euro fóbica); ella debe estar frotándose las manos. El partido nacionalista Alternativa por Alemania fue segundo (18%), y superó al partido de gobierno del Canciller, Olaf Scholz, ¿Qué legitimidad tiene Scholz?, se preguntan los alemanes.


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