En la mayoría de las elecciones pospandemia con régimen presidencial, y sobre todo en las recientes elecciones, la oposición ha ganado. La mayoría de la población ha buscado el cambio. En América Latina eso ha sido el caso en Brasil, donde el derechista Bolsonaro ha perdido contra Lula, en Argentina donde después de varias décadas de gobiernos peronistas, se impone el libertario Milei, o en Chile donde la izquierda más extrema se impone con Boric y vence a las alternancias anteriores de centroizquierda y derecha.
A diferencia de lo anterior, esta semana se impone la continuidad en contiendas en dos de las democracias más grandes del mundo. Pero con diferencias. En India, en elecciones parlamentarias, el partido del primer ministro Modi vence, pero debe asumir pérdidas importantes; mientras que, en México, la candidata designada por López Obrador, Claudia Sheinbaum, gana con casi 60% de los votos, por encima de lo esperado y que permitirían controversiales cambios constitucionales.
No es fácil explicar esta abrumadora diferencia en el caso mexicano. Pareciera que detrás de esto existen múltiples factores. Por un lado, las “transferencias sociales” (subsidios directos) que ha destinado el gobierno del presidente López Obrador ha reducido la pobreza en varias zonas del país, si bien a costa de un déficit fiscal insostenible. En términos económicos, el llamado near shoring, el traslado de capacidad productiva de empresas americanas a México, han creado oportunidades de empleo y desarrollo. Estas empresas han preferido México, por costos de producción menores a los de los EE. UU., y mayor seguridad y cercanía cultural que, por ejemplo, en China.
En términos políticos, cabe anotar que la oposición se encuentra dividida, sin una propuesta alternativa clara y unificada. Pero tal vez, lo que mejor explica la diferencia mexicana, está en la personalidad del aún presidente de ese país. AMLO tiene un estilo de comunicación con un lenguaje simple, con el que se identifica la mayoría de los mexicanos. Sus formas representan a las de alguien que es “uno más de nosotros”. Eso redunda en una enorme popularidad.
Claudia Sheinbaum representa un cambio importante en la región. Es la primera mujer que llega a la presidencia de ese país, es de ascendencia judía, y viene de una trayectoria científica, antes de su incursión en la política. En el 2017 hizo parte del grupo que ganó el premio Nobel por el análisis sobre los retos impuestos por el cambio climático. Posteriormente, tuvo importantes logros al frente de la administración de Ciudad de México.
Pero sus retos son inmensos. México debe seguir buscando minimizar la pobreza, pero acompañada de la reducción en el déficit fiscal. Debe solucionar los retos de Pemex, la principal empresa del país, cuya situación financiera es preocupante. Se deben solucionar los impases en el suministro de energía y agua, entre otros. Y se debe buscar la atracción de la inversión y el crecimiento económico, para seguir creando empleo. Un escenario nada fácil, aun contando con el apoyo pero no con el carisma de su antecesor.
Rafael Herz
Analista Internacional
