Hace unos meses, se esperaba que una contraofensiva de Ucrania logrará recuperar parte del territorio ocupado por Rusia, y que la respuesta ante la agresión de Putin llevara a una situación en la que el autócrata ruso se viera obligado llegar a la mesa de negociaciones desde una posición de debilidad. Hoy, la situación es menos clara, con Rusia habiendo sostenido y expandido su presencia territorial en el este de Ucrania y, el país invadido, dando respuestas con ataques puntuales en algunas zonas fronterizas y defendiendo posiciones en la zona bajo su mando.
Para una potencia como Rusia es inadmisible no lograr su objetivo. Por eso, ha ampliado el llamado a reservistas para mantener una sustancial presencia en defensa de sus posiciones en Ucrania, y ha intensificado los ataques a la infraestructura y a zonas civiles en Ucrania. Por su lado, la respuesta tenue de Europa y la demora en la aprobación del apoyo por parte de Estados Unidos, ha debilitado al país invadido. Sólo una posición firme de varios Congresistas republicanos en contra de Trump ha logrado que se considerara un nuevo paquete de ayuda. Trump, dada su incomprensible alianza con Putin, rechaza ampliar el apoyo a Ucrania.
Lo que debe estar muy presente en los mandatarios de las democracias occidentales es que hay muchas cosas en juego en Ucrania. El rechazo a una invasión cruel y con intereses particulares de un dictador. Detener la expansión de conflictos territoriales y evitar que la guerra vuelva a ser una opción de política.
Señales para evitar que otros países vean que invadir y anexar territorio (ejemplo China y Taiwán) sea una opción. Y lograr demostrar que la cohesión y la respuesta conjunta de la democracia sigue siendo una fortaleza ante las autocracias, y así, defender un orden global basado en libertad de opinión y en respeto por los derechos humanos.
Entonces, ante la pregunta ¿y si Ucrania pierde?, la respuesta solo parece poder ser una: no puede perder. Se debe reanudar un apoyo decidido tanto militar como económico, y se deben profundizar las sanciones y el embargo a Rusia.
No perder es obligar a Putin ir a la mesa, cesar los ataques a Ucrania y aceptar alguna forma de transición en la zona ocupada que permita, en un plazo perentorio, referendos para la autodeterminación de la población. A su vez, se requiere que Ucrania sea miembro de la Unión Europea, y si bien no acceda a la OTAN, si haya un compromiso de defensa si Rusia vuelve a atacar. Ucrania no puede perder, porque está defendiendo su territorialidad contra un régimen agresor, dictatorial, y que pudiera bien decidir repetir lo hecho en Ucrania en los Balcanes o en otro sitio, si considera la guerra como una opción exitosa.
Occidente está obligado a detener eso en defensa de sus valores y en procura de evitar más guerras en Europa. Puede ser que Ucrania no esté en condiciones de “ganar la guerra”, pero lo que debe quedar muy claro es que definitivamente no la puede perder.
Rafael Hertz
Analista Internacional
rsherz@hotmail.com
