Esta semana, y ante las próximas elecciones europeas, se reunieron los grupos de extrema derecha en España por invitación del partido Vox de en abierto cuestionamiento de los valores de la democracia liberal. Hicieron un llamado para combatir el socialismo y señalaron a la inmigración como el principal mal, con un rechazo abierto a la diversidad. En ese contexto, a título de ejemplo, los líderes de Hungría o Francia usan un lenguaje que se asemeja al del fascismo de Hitler.
La izquierda extrema que busca repuntar en Europa, por su parte, vuelve a considerar la estatización, y las limitaciones a las libertades de expresión como elementos válidos para ‘defender’ sus metas de combatir la desigualdad. En muchos casos, pretende que los derechos de las minorías se impongan a la voluntad de la mayoría, en vez de buscar que los derechos de los más vulnerables y marginales hagan parte de las sociedades modernas, sin tener que vulnerar los cimientos de estas. Y, también, se oponen a los valores de la democracia liberal, invocando su fracaso en el intento de crear sociedades más igualitarias.
Ambas tendencias extremistas se basan hoy en el llamado ‘neopopulismo’, que al señalar un enemigo común (a nivel nacional, por ejemplo los inmigrantes o las llamadas clases dirigentes) simplifican quién es el culpable de una situación económica y social en crisis. Usando la superficialidad que permiten las redes sociales y sin profundizar en un diagnóstico científico, promueven soluciones básicas como eliminar la inmigración o aumentar el rol del Estado. Y de ahí nacen y se fortalecen las autocracias del nuevo orden global como Rusia y China, que, sin respeto alguno por elecciones libres, derechos humanos, libertad de prensa, logran imponer interna y externamente valores de exclusión, poderío militar, y eliminación de las libertades personales.
La democracia liberal sigue siendo el sistema que busca y, en muchos casos, ha logrado desarrollo e inclusión, cambios de gobierno en el marco del respeto por quienes representan otra vertiente política, y permite el libre desarrollo de la personalidad. Es la democracia liberal la que logró la época más larga de paz en Europa. Pero si no se adapta a nuevas realidades internas y externas, comunica mejor sus valores, y logra reinventarse, habrá perdido su última y más importante batalla.
El ‘neopopulismo’ no estaría recobrando tanta fuerza si gran parte de la población no se sintiera excluida en el marco de la democracia liberal, si no asumieran que no les ha dado respuestas a sus preocupaciones y anhelos.
El reinvento de la democracia liberal requiere mayor énfasis en límites a los abusos, incluyendo la inmigración ilegal sin sacrificar la diversidad, mayores oportunidades para la población marginal y vulnerable, un mayor énfasis en estándares sociales (equidad de género, diversidad e inclusión) y ambientales (lucha contra el cambio climático), y comunicación asertiva sobre pilares importantes y sus ventajas: elección libre con separación de poderes, respeto por la propiedad privada y la libre expresión, y lograr la igualdad de oportunidades.
Rafael Herz
Analista Internacional
