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Carlos Holmes Trujillo García

¿‘Economía intangible’, o conceptos paralizantes?

El nuevo escenario no se refiere a la tecnología de la información, sino al esfuerzo de los inversionistas, dirigido a intangibles: ideas, relaciones, marcas, redes y conocimiento.

Carlos Holmes Trujillo García
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Carlos Holmes Trujillo García

La reacción crítica de ciertos economistas al propósito de bajar impuestos y subir salarios, querrá decir que creen que para conseguir un crecimiento económico acelerado toca subir los tributos, toda vez que las inflexibilidades del gasto, según ellos, no dejarán al próximo gobierno margen de maniobra? ¿O, pensarán que las experiencias de tantos países en el mundo, en diferentes épocas, son irrelevantes, como evidencia de que sí se puede?

Habida cuenta de las urgencias de Colombia, lo fundamental no son los tecnicismos, importantes, desde luego, si no los pasos que deben darse para conseguir que la economía crezca, a fin de tener buena política social, construir equidad y generar empleo.

Lo anterior requiere aliviar la carga tributaria a los empresarios, mejorar la capacidad adquisitiva de los trabajadores, diseñar atractivos e incentivos para los inversionistas, sin temores ni debates ideológicos trasnochados, y darle vida a una nueva política exterior que tenga por objetivo poner a tono nuestro aparato productivo con las exigencias del mundo de hoy. No hay otro camino.

Lo demás sería seguir en lo de siempre, es decir, continuar con la tesis de que hay que elevar la tributación porque no hay de dónde hacer recortes, y criticar la tesis del adelgazamiento impositivo, argumentando que la rebaja de las cargas no garantiza la creación de más empresas. Tomar decisiones atrevidas, pero responsables, y novedosas, pero viables, es la fórmula que reclama el país en este momento. De lo contrario, seguiremos en las mismas. Dando pasitos, solo pasitos, inciertos, carentes de alcance, temerosos e insuficientes. Si eso sucede, la distancia que nos separa de las economías que avanzan será cada día mayor.

Para que el debate nacional sobre estos temas fundamentales sea más productivo y esclarecedor, deben incorporarse otros elementos. Salir de la rutina pretenciosa que ha caracterizado la controversia económica, sería, quizás, la mejor inversión. Muchos preguntarán el porqué de esa afirmación. La razón es la siguiente: las realidades actuales exigen que todo lo que tenga que ver con los intereses nacionales se mire globalmente.

Para poner solo un ejemplo, vale la pena traer a colación el nuevo tipo de apuestas empresariales. Esta es la materia de un libro reciente, escrito por Jonathan Kastel y Stian Westlake, que titularon Capitalismo sin capital. Se trata de una interesante obra, cuyo objetivo es escudriñar el crecimiento de lo que los autores denominan la “economía intangible”. En resumen, los autores se dedican a mirar las características de las inversiones a las que apuntan en esta época los emprendedores. Indican los autores, que la naturaleza de esa actividad ha tenido una transformación significativa. El nuevo escenario no se refiere a la tecnología de la información, sino al esfuerzo de los inversionistas, dirigido a intangibles como las ideas, relaciones, marcas, redes y el conocimiento.

Estamos viviendo, pues, en una era en la que el capital tiene una dimensión distinta a la de ayer. Todas estas transformaciones obligan a mirar la realidad nacional con una óptica diferente y a reclamar que dejemos atrás los viejos conceptos paralizantes, si es que, de verdad, queremos dar un gran salto económico y social.

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