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Salomón Kassin Tesone
Columnista

Cambio generacional

Es casi unánime el sentimiento de llegar a acuerdos, mostrando una actitud positiva sobre el diálogo, pero sienten que el Gobierno no los escucha.

Salomón Kassin Tesone
POR:
Salomón Kassin Tesone

De tiempo atrás, viendo en particular las falencias de la clase dirigente actual y los contrastes con aquellos que estaban en posiciones de liderazgo cuando crecíamos, he llegado a la conclusión de que ha habido un proceso de cambio de prioridades, donde se enfatiza lo individual, olvidando la importancia del entorno.

No encuentro otra explicación, pues en su gran mayoría la motivación de aquellos que entran al sector público ha perdido el sentido de servicio, remplazándolo por el interés personal.

Tal como se lee en las encuestas sobre los jóvenes que publicó ayer el Centro Nacional de Consultoría, la perspectiva de ellos denota más pesimismo que optimismo hacia el futuro.

Es una juventud que tiene más incertidumbre que frustración, que rechaza y siente más miedo que rabia a la violencia; que piensa que debe haber más empatía y solidaridad. Su preocupación mayor es sobre el empleo, seguida por la disminución de la pobreza.

Sobre el paro nacional, se resalta que en su mayoría cree que este va a traer resultados positivos y piensan que los objetivos son claros, a pesar de que no se sienten representados por los dirigentes del mismo.

Es casi unánime el sentimiento de llegar a acuerdos, mostrando una actitud positiva sobre el diálogo, pero claramente sienten que el Gobierno no los escucha.

Me pregunto si esta generación de jóvenes (dos generaciones delante de la mía), una vez asuma el liderazgo del país, va a reflejar la voluntad que hoy tiene, y va a traer ideas innovadoras que logren vencer esa aversión al cambio de la que ha adolecido Colombia.

Esos valores no son el común dentro del liderazgo existente en la actualidad. Este ha mostrado hasta el momento, la incapacidad de lograr que la sociedad colombiana evolucione hacia la visión que tiene la juventud encuestada.

Se me ocurre que la creación de un Servicio Social Obligatorio que sea más ambicioso que los programas de alfabetización de último año de colegio o los realizados por las universidades con iniciativas como Manos a la Paz, debería ser analizada por aquellos dirigentes políticos de la generación siguiente a la mía, que ocupan hoy curules en el Congreso.

Es una idea que, de ser bien elaborada, lograría conectar y permitir que las diferentes clases sociales, étnicas, regiones, etc, tengan un “lugar de encuentro”, y que, al tener que cooperar y convivir, creen lazos que por encima de todo abran caminos hacia la reconciliación que esta sociedad necesita.

Ese esfuerzo podría acercar a las gentes de la ciudad para que comprendan mejor las desigualdades en el campo.

En las mismas ciudades haría ver a los futuros dirigentes –como complemento a sus estudios universitarios–, la realidad de la situación en que vive una gran mayoría de la población.

Prepararlos para que cuando, en un futuro tengan la capacidad de liderar, lo hagan con plena conciencia y conocimiento.

Salomón Kassin Tesone
Banquero de inversión.
skassint@gmail.com

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