Si se toma un tiempo prudente para mirar a su alrededor no necesitará de mucho para comprender que el plástico hace parte de nuestra cotidianidad. Hogares, oficinas, calles, herramientas y hasta nuestra ropa incluyen este compuesto. Y es que su versatilidad y eficiencia lo posicionan dentro de los predilectos en casi todos los sectores de la industria.
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Entre los elementos plásticos más utilizados están las bolsas. En enero de este año Colombia adoptó la resolución 0668 de 2016, la cual prohíbe la circulación de bolsas que tengan un tamaño menor a 30 centímetros y exige que las que lo superen tengan mayor resistencia y puedan ser reutilizadas.
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Estoy de acuerdo con las normativas, sin embargo, considero que más allá de las prohibiciones, hay que hacer un llamado a la consciencia del ciudadano. Que comprenda que desde sus acciones cotidianas decide si es parte del problema ambiental o de la solución.
Es evidente que las bolsas plásticas hacen más fáciles muchas de nuestras actividades diarias como la organización, el reciclaje, el transporte de objetos, entre otras. El plástico es un material de alta resistencia y larga vida útil que debe ser usado con responsabilidad y, más importante aún, debe ser reemplazado donde es posible y desechado en las condiciones necesarias para permitir su reutilización en los procesos de reciclaje.
Pero gracias a la ciencia podemos ir más allá, por ejemplo, ¿sabía usted que existe un plástico que no solo tiene compuestos biodegradables sino que además, en condiciones
adecuadas, es 100% transformado mediante el compostaje? Las soluciones innovadoras y sostenibles deben ser informadas a toda la cadena de valor incluyendo el consumidor final, para que los ciudadanos podamos seguir contando con productos de alta funcionalidad con la tranquilidad de disminuir los impactos negativos en el planeta.
Este plástico es Ecovio® de BASF. Es durable como los plásticos tradicionales, pero además es biodegradable. Tiene un alto porcentaje de un ingrediente obtenido a partir de materias primas renovables, por ejemplo, a partir del almidón de maíz, que aunque parezca increíble, permite que una bolsa plástica se degrade mediante el compostaje, bajo condiciones adecuadas, en tan solo noventa días y se convierta finalmente en abono para la tierra. Sumado a ello, es un material de fácil manejo industrial, que tiene un consumo mínimo de energía y en el cual se pueden imprimir imágenes con facilidad.
Es aquí donde la responsabilidad de las industrias, que aportan innovaciones a la sociedad, es clave para descubrir materiales que contienen atributos ecológicos para la elaboración de productos de alto consumo y rotación como las bolsas plásticas, sin
eximir, por supuesto, la responsabilidad de cada uno de nosotros en asumir comportamientos cada vez más sostenibles que involucren el manejo adecuado de los recursos y la disposición responsable de los desechos.
Silvia Bechara
Gerente Senior de Sostenibilidad y Relaciones Gubernamentales LAN - BASF
