En la última década, la Inteligencia Artificial (IA) ha surgido como una fuerza transformadora en numerosos campos, y el ámbito legal no es una excepción. La capacidad de esta tecnología para analizar grandes volúmenes de datos, aprender patrones y realizar tareas complejas de manera eficiente, la ha convertido en una poderosa aliada de los servicios legales.
Sin embargo, es importante destacar que no se debe considerar a la IA como un reemplazo de la experiencia y el juicio humano.Se debe tener claro que actúa como una herramienta valiosa para elevar la calidad y eficiencia de dichos servicios.
Ahora bien, uno de los aspectos en los cuales la Inteligencia Artificial optimiza las tareas de los juristas es el análisis y gestión de documentos legales.
Johana Martínez, abogada especialista en derecho laboral, explica que ponerse a la vanguardia de la IA le ha permitido ahorrar tiempo y recursos si de revisión y búsqueda de documentos se trata.
“Se pueden analizar grandes volúmenes de documentos legales, como contratos, escrituras y jurisprudencia, en cuestión de minutos. Al utilizar técnicas de procesamiento de lenguaje natural, como el Chat GPT, y otras técnicas de aprendizaje automático, la IA puede identificar patrones, extraer información relevante y clasificar documentos de manera más eficiente que los métodos tradicionales que anteriormente se utilizaban”, dice la experta.
Otro beneficio importante es la investigación legal, especialmente las consideradas “exhaustivas”. “Sabemos que la IA utiliza algoritmos de búsqueda avanzados con bases de datos jurídicas y fuentes en línea para facilitar el encuentro de reseñas, casos similares a los que se estén litigando, precedentes, etc., y por ende, con resultados más precisos, más exactos y confiables en un tiempo prácticamente récord”, puntualiza Martínez.
Calidad y eficiencia son las dos características básicas que la IA le otorga al ejercicio de los juristas desde su existencia, es por ello que hoy en día se hace necesario que los profesionales del derecho se preparen para darle manejo responsable a esta tecnología y potencializar su desempeño.
Por ejemplo, con la automatización de tareas repetitivas y casi rutinarias como la redacción de contratos y documentos legales estándar, los abogados “se ahorran tiempo al utilizar plantillas predefinidas y reglas de negocio. Se generan documentos de manera rápida y precisa, y el tiempo lo pueden centrar en tareas que requieren mayor atención, concentración y estrategia”.
De otro lado, el uso de chatbots y asistentes virtuales manejados por la IA han contribuido a ejercer lo que se conoce como asesoramiento jurídico automatizado, lo cual favorece sobre todo a quienes buscan orientación antes de buscar un asesoramiento legal personalizado.
“En este punto, se pueden proporcionar respuestas básicas a preguntas legales frecuentes y brindar orientación en áreas legales específicas, además de ofrecer información sobre derechos legales, procesos legales y requisitos regulatorios”, agrega Martínez.
La toma de decisiones es fundamental en cualquier proceso legal. En este aspecto, los abogados deben ser minuciosos, -y siendo sinceros-, con poca tendencia al error porque puede ser crucial en la vida de cualquier cliente.
Al aplicar algoritmos de aprendizaje automático a datos históricos y factores relevantes que proporciona la IA es posible ayudar a predecir los resultados probables de casos legales.
“Esto puede ser útil tanto para abogados como para clientes al evaluar estrategias legales, anticipar riesgos y tomar decisiones informadas sobre cómo proceder en un litigio”, aclara Clara Suárez, abogada, experta en derecho disciplinario.
En la misma línea, la IA ha contribuido a evaluar riesgos y viabilidad legal gracias al análisis de datos relacionados con litigios previos, regulaciones y cambios en la legislación.
Suárez destaca que “al identificar riesgos potenciales, como incumplimientos normativos o disputas contractuales, la IA ayuda a los profesionales legales a tomar decisiones más fundamentadas sobre cómo gestionar y mitigar esos riesgos”.
Asimismo, la viabilidad de un caso o una estrategia legal puede ser más certera al analizar datos, precedentes y reglamentos relevantes relacionados con el proceso que se está llevando a cabo.
“Esto ayuda a los abogados a comprender mejor las posibilidades de éxito en un litigio y a tomar decisiones informadas sobre si proceder con un caso o buscar alternativas de resolución, entre otras opciones”, agrega la abogada Suárez.
El razonamiento ético es de suma importancia al utilizar la Inteligencia Artificial en procesos legales. Y es que, día tras día la IA estará cada vez más integrada en el campo legal, por lo que en paralelo los aspectos éticos deben reforzarse para garantizar que la implementación de este tipo de herramientas se realice con suma responsabilidad.
Si bien la IA ofrece numerosas ventajas en el ejercicio de los servicios legales, es importante resaltar que otros aspectos como la interpretación legal, la empatía y el razonamiento humano siguen siendo fundamentales en la práctica del Derecho.
“A su juicio, la Inteligencia Artificial debe ser interpretada como una herramienta “complementaria”, pero la toma de decisiones finales sigue estando en manos de abogados y otros profesionales del Derecho, sin excepciones”, advierte Guadalupe Navarro, abogada.
En ese orden de ideas, continúa explicando que “la falta de transparencia puede socavar la confianza en el sistema y plantear preocupaciones éticas relacionadas con la equidad y la justicia”. Es decir, los sistemas de IA a utilizar deben ser transparentes y explicables.
Asimismo, es esencial que se realicen esfuerzos para identificar y mitigar los “sesgos en los algoritmos y en los datos de entrenamiento”, asegurando que la IA se utilice de manera justa e imparcial.
Finalmente, tanto los abogados, especialistas e incluso quienes aún están en proceso de formación profesional, “siguen siendo responsables de ejercer su juicio ético y estar preparados para cuestionar y verificar las conclusiones de la IA. Todo debe ser verificado y se requiere la misma capacidad de análisis que históricamente ha caracterizado el área del Derecho en cualquiera de sus especialidades”.
