El presidente nos hizo a los colombianos una fuerte advertencia, a propósito de la investigación que el Consejo Nacional Electoral está adelantando sobre los dineros de su campaña: Si nos quieren tumbar -dijo- vamos por el poder. Para empezar, nadie lo quiere tumbar. Decir eso hace parte de la estrategia de Petro para defenderse y contraatacar. Le funcionó en el pasado, pero hoy estamos en un escenario distinto.
Cuando Gustavo Petro era alcalde de Bogotá y el entonces procurador Ordoñez quería tumbarlo -ese sí de forma abierta y directa- Petro salió al balcón y convocó a sus seguidores, miles salieron a la calle y el resultado de todo, meses después, es que Petro se atornilló en el puesto y salió fortalecido porque logró posicionar su narrativa de que se trataba de una persecución de la derecha contra la izquierda. Y el resultado es que al poco tiempo salió elegido presidente de la República. Se montó en la ola del cambio y convenció a la mayoría de los colombianos.
Hoy está tratando de reeditar ese momento. Pero es imposible que lo logre por una razón sencilla: Los resultados de su gobierno son malos en temas claves como seguridad, salud, energía, turismo, inversión. Todos los colombianos padecemos las incongruencias de su gobierno. El gobierno del cambio ha sido una frustración y los arrepentidos están por todas partes. Petro ya no convoca, ya no llena plazas, perdió la calle. Ese globo de la persecución política se desinfló. Esa narrativa de derecha contra izquierda es un discurso vacío ante la realidad que vivimos.
El tan anunciado acuerdo nacional es solo discurso. Nada concreto. Entonces ese “vamos por el poder” hoy no tiene tracción. Por andar cazando peleas por todas partes y desacreditando a los empresarios, gremios y periodistas, ha dejado lo que un presidente tiene que hacer: Gobernar. ¿Puede rectificar el rumbo? Por supuesto que sí. Necesita disciplina, cumplimiento, rodearse de funcionarios que sepan lo que hacen y, sobre todo, concertar las reformas y no pretender sacarlas a la brava.
En estos dos años Colombia ha demostrado solidez democrática. Madurez. Nos estamos moviendo hacia un escenario político donde el buen gobierno sea una realidad, donde se aprecie el trabajo de los técnicos, donde las políticas públicas estén orientadas a la solución de problemas. Hay un país que quiere progresar y hacerlo a las buenas. La ideología no ha sido buena compañera de viaje para Petro. Los problemas se acumulan y están estallando uno a uno. Hace poco Frank Pearl, presidente del gremio de las empresas petroleras, decía que somos un país en transición. La que hoy vivimos es trascendental.
Estamos viviendo el fracaso de las opciones políticas de los extremos. Necesitamos derrotar la corrupción y el clientelismo político. Necesitamos gobiernos serios, coherentes, pragmáticos, orientados al bien común. Necesitamos que rindan cuentas los que despilfarran recursos públicos. Necesitamos, en fin, vivir la política como servicio y no como lucha por el poder.
Ricardo Santamaría
Analista
