El incremento de los niveles de inseguridad en el país encendió las alarmas de la mayoría de sectores económicos y de los negocios. Por ejemplo, desde el sector agrícola se aseguró que el aumento de robos, secuestros, extorsiones e incluso de asesinatos, pondrían en jaque la productividad en el país.
Esta situación afectó a gran parte del sector agro, pues solo en lo corrido del año los cañeros perdieron a cinco trabajadores que fueron asesinados.
Además, parte de sus cultivos fueron quemados. Mientras tanto, en el arroz se evidenció una fuerte tendencia de las extorsiones, pues en diferentes fincas pedían vacunas para sacar el grano a comercialización. También subió la delincuencia en las ciudades y se dispararon los bloqueos de varias carreteras.
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