Con dos nuevas plantas, una para valorización de plástico y otra para combustible derivado de residuos, la chilena Resiter fortalece su operación en Colombia. Su gerente general en el país, Felipe Barros, habla de los planes de crecimiento en el país.
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¿Cuál es la historia de la compañía y cómo es su presencia en Colombia?
Resiter nació en Chile hace ya casi 42 años y operamos en Uruguay, Perú, Colombia, México y España. También en Chile. Nos dedicamos a la gestión de residuos y, a través del reciclaje, a la valorización y la reutilización. Ayudamos a las empresas a mitigar el impacto ambiental en todas sus cadenas productivas, un tema muy sensible, particularmente para las multinacionales y las empresas locales con alta reputación.
¿Qué servicios prestan?
Además de la gestión integral, sabemos de la escasez hídrica que existe y hay una línea ambiental muy fuerte en cuanto a la reutilización del agua. El tema del agua va a ser uno de los grandes problemas de la humanidad en el futuro. Tenemos una división de aguas, cumpliendo con las normativas que cada vez son más a medida que pasa el tiempo. Nos encargamos del financiamiento y la construcción de plantas de tratamiento.
¿Son muy importantes las plantas de tratamiento?
El objetivo nuestro hoy es tratar el agua, en términos de calidad y de costos, de forma que sea conveniente para nuestros clientes. El agua industrial se puede reutilizar en los procesos productivos, haciendo el respectivo tratamiento. Eso es lo que hace Resiter.
¿Cómo operan en Colombia?
Tenemos operaciones en Bogotá, Cali, Medellín, Cartagena, Santa Marta, Barranquilla. Estamos prácticamente desplegados en todo el país. Tenemos clientes muy importantes como Bavaria, Alpina, Postobón, Essentia, Cotecmar. Tenemos una planta de valorización de plástico, creo que es la más moderna del país. Está en Bogotá, donde tenemos un proceso de lavado automatizado.
El 90% del plástico posconsumo disponible en el mercado está sucio y esto lo digo porque así no se puede peletizar, es decir que no puede entrar a una máquina de extrusión para reutilizarse. Hicimos una inversión cercana a US$ 1,5 millones y montamos una planta en Bogotá que tiene un proceso de lavado automatizado y con eso podemos ingresar ese plástico que antes iba a parar a un relleno. Lo podemos peletizar y, obviamente, volverlo a meter al proceso productivo sin que termine en un relleno generando contaminación. Todos sabemos que los plásticos demoran en degradar 30, 40 años, por ende estamos volviendo al proceso productivo de plásticos que antes terminaban en relleno, lo cual es una maravilla.
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Gestión de residuos (referencia)
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¿Cuándo hicieron esa inversión?
Recién empezamos en marzo pasado. Es una planta con una capacidad para 350 toneladas mensuales de plástico, lo que significan 4.000 toneladas al año.
Es la más grande actualmente en Colombia en términos de valorización de plástico, es decir, transformación de plástico a pelet.
¿Cómo están de clientes?
Tenemos contratos con clientes que nos envían su plástico de posconsumo sucio y limpio. La gran ventaja es que antes el plástico sucio se iba al relleno o lo compraban empresas que se dedican a limpiarlo de forma manual. Las empresas que nos compran ese pelet lo transforman en envases o en bolsas y vuelve a entrar al proceso productivo.
¿Las industrias ahorran agua realmente?
Creo que hay un espíritu de enfocarse a la reutilización de agua en sus procesos, no con la fuerza que uno esperaría. Sin embargo, se nos han acercado compañías que nos piden cotizaciones para hacerlo. Obviamente, hay que hacer inversiones, pero también lo que nosotros estamos visualizando en el mercado es que cada vez va a ser un recurso más complejo y más caro de conseguir. La demanda por parte de la industria va a crecer de forma exponencial. Así como a nosotros, como ciudadanos, nos están restringiendo o nos fijan tarifas más altas por el consumo, no me cabe duda que a la industria le va a suceder lo mismo. Cuando eso pase, se van a preocupar y a ocupar de migrar a estos procesos.
¿Tienen más inversiones previstas?
Últimamente, estamos muy enfocados en energía renovable. A excepción de los residuos orgánicos, todos se pueden transformar en combustible a través de un proceso y se le vende a la industria cementera. Se estima que esta actividad en el mundo, no en Colombia, es responsable del 7 % de la generación de gases invernadero y contaminación, así que está en una cruzada para reducir el impacto ambiental, dejar de ocupar combustibles fósiles y migrar hacia combustibles derivados de residuos.
En agosto de 2023 compramos una planta que es de combustible derivado de residuos. Este año vamos a hacer las inversiones, de cerca de 2 a 3 millones de dólares, con el fin de que quede apta para recibir también residuos peligrosos y de esa forma, poder valorizarlos, ya que hoy se llevan a celdas de seguridad y quedan confinados. La empresa está en Cartagena y es una filial nuestra que se llama Geo Futuro CDR.
¿Cuál es su percepción sobre el mercado colombiano?
Estuve en Perú seis años y acá llevo dos. El mercado colombiano es muy atractivo y busca ser un referente en materia ambiental en América Latina. Tanto en el ámbito público, como en el sector empresarial, se trabaja con mucha conciencia en la importancia de desarrollar estrategias sostenibles.
¿Hay freno en las inversiones?
No lo vemos así, una de las ventajas que existe en el mundo ambiental es que el impulso de la industria se genera a través de tres aspectos: la conciencia ambiental de las personas, la normativa y la fiscalización y, por último, las empresas que se preocupan cada vez más en el tema hacen que estas prácticas se adopten en la industria en la cual se desarrollen. Puedo apostar que van a seguir habiendo inversiones ambientales en Colombia, como sucede en el resto de los países de Latinoamérica.
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CONSTANZA GÓMEZ GUASCA
Portafolio
