Carlos

Nuestra Política de Tratamiento de Datos Personales ha cambiado. Conócela haciendo clic aquí.

close
Andrés Espinosa Fenwarth

Acuerdo Nacional, sin Petro

Resulta evidente la deriva autoritaria de Petro. Corresponde, entonces, hacer oposición e impedir que se apoltrone en la Casa de Nariño en el 2026.

Andrés Espinosa Fenwarth
POR:
Andrés Espinosa Fenwarth

La semana del primero de mayo de 2024 será recordada en los anales de la historia política colombiana como un parteaguas, un antes y un después para la supervivencia de la democracia colombiana. El presidente, Gustavo Petro, se quitó finalmente la careta republicana al enarbolar la bandera revolucionaria del M-19 como si fuera un símbolo patrio. 

En lugar de ondear el pabellón tricolor, Petro se mostró orgulloso del banderín del M-19 y de su pertenencia a este desmovilizado grupo terrorista urbano, que se apropió de la espada de Bolívar (1974); secuestró y asesinó a José Raquel Mercado, presidente de la CUT (1976); se robó las armas del Cantón Norte (1979); y se tomó a sangre y fuego la Gobernación de Cundinamarca (1979), la Embajada de República Dominicana (1980) y el Palacio de Justicia (1985). Cientos de vidas inocentes se perdieron en estos execrables actos terroristas, entre ellas, las de once magistrados.

Petro parece reemplazar el escudo nacional por la hoz y el martillo, símbolos del comunismo internacional de origen marxista, la ideología más cercana a su corazón revolucionario. Igual suerte le depara al Himno Nacional, escrito por el expresidente, Rafael Núñez, y musicalizado por Oreste Síndici, que en público es suplantado por cantos de La Internacional (L’Internationale en francés), el himno de los trabajadores de todo el mundo, del escritor comunista galo, Eugène Pottier.

En los discursos de Cali y Cartagena, Petro le dio una vuelta más a la tuerca del acuerdo nacional, a la asamblea constituyente, que desemboque en un referendo popular “para que el pueblo diga sí o no”. Petro, en esta ocasión, dirigió sus botafuegos autoritarios contra el expresidente, Iván Duque, que de forma innoble e injuriosa, calificó de “terrorista”; al Congreso Nacional lo juzgó como “fuerza retardataria”, que impide las reformas sociales por la vía de la ley, del debate, de la discusión democrática.

“Si la mayoría del Congreso no quiere, la Constitución sí quiere, el Gobierno sí quiere, el pueblo de Colombia sí quiere y vamos a proceder”. Luego lanzó una advertencia: “Si Colombia no hace las reformas, pues el estallido social va a volver, así de simple”.

No sorprende, entonces, que Petro quiera transformar a los terroristas condenados y encarcelados, que hacen parte de la primera línea, en víctimas para designarlos “coordinadores de las fuerzas populares”, a imagen y semejanza de los violentos colectivos bolivarianos.

Petro perdió los estribos por la investigación administrativa que adelanta con rigor el Consejo Nacional Electoral, CNE, por la presunta violación de los topes electorales de su campaña presidencial, que etiquetó como “arquitectura engañosa”. Declaraciones que fueron categóricamente rechazadas por este cuerpo colegiado, legal y constitucionalmente constituido.

Resulta evidente la creciente deriva autoritaria de Petro. Corresponde, entonces, hacer oposición e impedir que se apoltrone en la Casa de Nariño en el 2026.

ANDRÉS ESPINOZA FENWARTH
​Miembro del Consejo Directivo del ICP
andresespinosa@inver10.co

Destacados

Más Portales

cerrar pauta