Las cifras son claras y contundentes, el número de nacimientos en Colombia ha venido disminuyendo; la edad a la cual se tiene el primer parto ha venido aumentando, la mortalidad infantil está cayendo y tenemos una mayor esperanza de vida al nacer. Todas son buenas noticias y son el reflejo de un país que ha logrado hacer la primera transición demográfica y hoy transita por la segunda. En demografía, la primera transición se asocia a la provisión de bienes y servicios públicos como el saneamiento básico y mayores niveles educativos de las mujeres. Si un país logra esto, la mortalidad infantil disminuye y las mujeres tienen menos embarazos no deseados.
La segunda hace referencia a cambios en los comportamientos de la sociedad. Se busca que las personas decidan si su actividad sexual debe o no conducir a la reproducción, donde los embarazos en menores de 18 años son desestimulados, que las mujeres se vinculen en mayor forma en el mercado laboral y pueden decir de forma autónoma el número de hijos que desean, donde los adultos pueden decidir como opción de vida no tener hijos. Es decir, en la segunda transición demográfica hay mayor libertad para tomar decisiones individuales.
En lo personal, no quiero vivir en una sociedad donde nacen muchos niños y antes del primer año de vida muchos de ellos mueren. No quiero vivir en un país que considere normal o deseable que sus niñas de 12 y 13 años estén embarazadas. Promuevo un entorno social donde la realización de los derechos económicos, sociales y políticos de las mujeres esté en expansión, cosa que se refleja en las cifras anteriores. En ese sentido, vamos en la dirección correcta.
Creo que la humanidad al resolver sus viejos problemas crea bienestar, pero también se enfrenta a nuevos retos. En el caso de la segunda transición demográfica los temas de economía del cuidado, sistemas de protección para la edad adulta, los prejuicios sobre un mercado laboral que no debería vincular personas de más de 65 años y las demandas futuras por educación básica, son parte de esos retos.
Pero la caída en los nacimientos y la llegada a una situación donde no hay tasa de reemplazo poblacional, no son una catástrofe ni algo indeseable, son el reflejo de mejoramientos claros en las condiciones de vida de las sociedades.
Algunas personas creen que la solución es estimular u obligar a personas que de forma individual no quieren tener hijos a hacerlo. Los diversos experimentos en este sentido han fracasado. Otros, como los países nórdicos han optado por alternativas distintas: mejores redes de cuidado, un mercado laboral más flexible, un sistema educativo que ofrece alternativas para todas las edades, el estímulo a la migración y sistemas de ahorro económico efectivo.
Abordemos la discusión de la demografía desde la alegría de haber logrado cosas muy importantes y que la consecuencia de esos logros, es enfrentarnos a retos de mayor complejidad.
CÉSAR CABALLERO
Gerente Cifras & Conceptos S.A.
