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Ricardo Santamaría

El relevo

Hay sin duda figuras nuevas e independientes en candidatos a varias alcaldías y, sobre todo, a los concejos municipales.

Ricardo Santamaría
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Ricardo Santamaría

Viendo aquí y allá noticias e informaciones sobre la campaña política que ya se prendió en todo el país, me asaltó una pregunta: ¿Hay un relevo en la política colombiana? ¿Tenemos una nueva generación de políticos que se están tomando la escena electoral? Y en dado caso: ¿Qué valores los mueven, que traen de nuevo que los diferencie de los viejos políticos? ¿O, por el contrario, reproducen eso que llamamos los viejos vicios de la política?

Claramente hay un relevo de caras nuevas en muchas regiones, pero este se da manteniendo a los viejos jefes políticos que en Colombia nunca se retiran. Como los papas, se mueren ejerciendo. Sin excepción, todos los expresidentes de la República son jefes de partidos o están metidos de lleno en la política, apoyando a jóvenes delfines. En la política colombiana conviven viejos y nuevos liderazgos.

Y pocas cosas sorprenden de los jóvenes políticos, con algunas y notables excepciones que por fortuna traen esperanzas. Vi unos debates de distintos candidatos en Santander y todos eran jóvenes, pero a la vez todos tenían apoyo de los viejos clanes políticos de la ciudad que se han mantenido gracias al clientelismo. Nuevos discursos, pero las mismas prácticas.

Hay sin duda figuras nuevas e independientes en candidatos a varias alcaldías y, sobre todo, a los concejos municipales. Son una esperanza en varias capitales. Pero mi conclusión es que en general, con notables jóvenes promesas que sobresalen, la política colombiana sigue dominada por grupos de poder que se reproducen generación tras generación. No siento que de forma generalizada sea asumida por lo que es -un servicio- sino que se trata de una captura de espacios de poder que son usados, por muchos, con otros propósitos.

¿Hay esperanza? Por supuesto. He visto candidatos jóvenes, aterrizados, comprometidos, innovadores e independientes. En ellos reside el cambio. La política no se transforma con discurso, sino con acciones. En su desempeño durante los próximos años comprobaremos si el relevo en la política colombiana es real.

Pero haciendo historia no todo es malo en la política. De ella erradicamos los aliados del narcotráfico y los grupos ilegales, llámense paramilitares o guerrillas. Y en un país como Colombia, esto no es poca cosa.

Nos salvamos de una abismo oscuro al cual habríamos caído como país. Con pocas excepciones, hoy la política colombiana no está tomada por capos de la droga o auxiliadores y aliados de grupos criminales.

Esto se debe en buena parte a la Constitución del 91 que creó la Fiscalía General de la Nación y, sobre todo, a la determinación de una sociedad que no permitió que Colombia se convirtiera en un narco Estado.

Habría que hacer un consenso nacional similar para liberar a la política del clientelismo y la corrupción que hoy está por todas partes. Pocos tienen propuestas concretas en este frente. Pero si al Concejo de Bogotá llegaran más jóvenes como Cristina Calderón o Diego Laserna, entre muchos otros, la esperanza es real.

RICARDO SANTAMARÍA
​Analista

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