Carlos

Nuestra Política de Tratamiento de Datos Personales ha cambiado. Conócela haciendo clic aquí.

close
Carlos Enrique Cavelier

Entre mandamientos y pecados capitales

En nuestra sociedad la gente codiciosa no es bien vista, y para muchos no deja de ser la razón de muchos de nuestros males

Carlos Enrique Cavelier
Coordinador de sueños de Alquería
POR:
Carlos Enrique Cavelier

Cuando Moisés estableció las tablas de la Ley, seguramente recogió ya siglos de sabiduría sobre los elementos que permitían una sana convivencia entre los grupos humanos: había unas reglas religiosas como el adorar a Dios, guardar el sábado y no jurar sobre su Nombre en vano. Otras eran más mundanas pero básicas para la cohabitación: no mentir, no robar, no matar, no codiciar los bienes del prójimo.

Es curioso como el no mentir fue en el norte de Europa un valor muy, muy preciado, mientras que para nuestros ancestros del sur europeo era un cambio de palabras sin valor, por decirlo así. Para la muestra un botón: la universidad de Harvard tiene como lema ‘Veritas’, un apego profundo a la verdad -crítico además para la ciencia.

En nuestro mundo del Sur es un juego de palabras más, pero que rompe la confianza entre personas y grupos sociales de maneras inimaginables. La mentira es entonces ¿nuestro Mandamiento preferido de romper? ¿Y el que más daño nos hace? 

Pero de los 10 mandamientos en el medio evo se pasó a los 7 pecados capitales que no dejaban concentrar a los monjes en su labor de oración y vida monástica. La avaricia que es hermana de la codicia sobresale como curiosa en unas sociedades en que, literalmente eran de subsistencia, vivían del diario.

La reforma protestante tuvo un hijo inesperado: la ética protestante, que surgió en la creencia de que la acumulación estricta y silenciosa de bienes era una señal de Dios para mostrar que una persona estaba cerca de la salvación. Allí se genera una ruptura contra muchos valores muy arraigados del Sur de Europa, como el anti judaísmo, por razón de la usura que en aquel tiempo era simplemente darle valor en el tiempo al dinero.

Pero volvamos al pecado de la codicia: es posible que aquella codicia desarrollada en la ética protestante sea el valor que permitió la acumulación que su vez permitió la revolución industrial en el Norte de Europa -la teoría de Max Weber-. Claro que en nuestra sociedad la gente codiciosa no es bien vista, y para muchos no deja de ser la razón de muchos de nuestros males. Pero ¿se vale ser codicioso y generoso al tiempo? ¿Hay alguna compensación entre los dos?

Yo soy un firme funcionalista de la Escuela Mertoniana y creo en los efectos secundarios positivos o negativos. Mucha gente hace empresa por ganas de tener dinero y tener una vida mejor, y de paso generan empleo y entran en el círculo virtuoso descrito por Adam Smith. ¿Hay algún negocio que amerite no deber poder generar utilidades codiciosas? ¿Tal vez los monopolios de servicios públicos? Pero la codicia en sí misma y por sí misma, enfrenta hoy en combate la caída de la clase media y por ende el aumento del populismo y entonces su extinción como ‘valor’. ¿Riman bien entonces Mackey en Capitalismo Consciente" y Stiglitz en Capitalismo Progresista?

Gran conclusión de la reunión anual del GSG Compact en Málaga ayer, cortesía de nada menos que de Martin Wolf del Financial Times: “la economía al servicio de lo social y lo ambiental y no al revés”. Pero la economía debe funcionar bien para que alcance para los otros dos. 

Carlos Enrique Cavelier
Carloscavelier@gmail.com

Destacados

Más Portales

cerrar pauta