Es común escuchar términos como inclusión, diversidad y equidad; palabras que con el paso del tiempo han llegado a convertirse para algunos en ‘tendencia’ o ‘moda’ y para otros, en factores determinantes en el gobierno corporativo de las compañías.
Independientemente de la posición conceptual que se adopte, una de las maneras de lograr una sociedad más incluyente y equitativa, es con la implementación de estrategias que faciliten el acceso de recursos en pro de los negocios o proyectos liderados por mujeres.
Conforme al documento de investigación sobre Inclusión Financiera con Equidad de Género para las Mujeres (Superfinanciera de Colombia, 2022), en relación con el acceso al sistema financiero, las mujeres están en 6,4 puntos porcentuales por debajo del acceso de los hombres.
Para ejemplificar lo anterior, según el estudio de la Superfinanciera, para las modalidades de crédito de consumo y vivienda se desembolsó más dinero promedio de operaciones destinadas a hombres que a mujeres: $1,2 millones para hombres versus $931 millones en mujeres; para consumo $128 millones en hombres contra $110 millones en mujeres.
Adicionalmente, la Encuesta de Micronegocio del Dane del 2022 estableció que, de la muestra de micronegocios en Colombia para dicho año, el 34,8% de las mujeres son propietarias frente al 65,2% para el caso de los hombres.
Es así como a través de la Agenda de Desarrollo Sostenible de la ONU, se definió para el 2024 una directriz de estudio para los Estados Miembros que consagra diferentes estrategias enfocadas en la financiación de los derechos de la mujer y su relación con la aceleración de la equidad de género.
Dada la relevancia de este tema, entidades financieras han facilitado líneas de crédito dirigidas a mujeres, algunas de ellas con enfoques en PYMES y negocios independientes frente a los cuales se establecen ciertos requisitos, por ejemplo, que las mujeres sean propietarias de un porcentaje significativo de las mismas.
Por otro lado, multilaterales de crédito han otorgado facilidades a entidades vigiladas para financiar proyectos que favorezcan la inclusión de las mujeres. Adicionalmente, en Colombia se han emitido Bonos de deuda en el mercado de valores para el fortalecimiento de empresas o negocios liderados por mujeres (bonos de género).
Entendiendo que hay otros actores como los fondos de capital privado cuya política de inversión está direccionada a criterios de género, podríamos considerar que el concepto de financiación de los derechos de las mujeres es más amplio que otorgar productos financieros; comprende la participación de otros actores, entre ellos programas de educación promovidos por el sector privado en alianza con entidades públicas.
Para lograr un financiamiento que vele por la equidad y el desarrollo sostenible, es importante realizar un llamado a los distintos facilitadores de recursos (entidades financieras, fintech, entidades regulatorias y gobierno), para que, a través de incentivos logremos verdadero avance y un acercamiento tangible a la igualdad de género.
ADRIANA MORENO
Socia de Gómez-Pinzón Abogados.
