Son muchas las conclusiones que se pueden sacar de la movilización nacional del domingo pasado de protesta al gobierno y rechazo a las reformas que esta administración está impulsando. Esta es la mía: miles de colombianos, de todas las regiones y todos los sectores sociales, se empoderaron para expresarse de forma pacífica y contundente. Salieron a la calle con propósito.
El presidente quiere explicar el fenómeno diciendo que es la reacción al cambio. En realidad, es lo contrario: es la expresión de la desilusión y frustración frente a la promesa incumplida del cambio. Algunos de los que salieron a marchar el domingo eran petristas arrepentidos que crecen día a día.
Me atrevo a decir que esta marcha marca un hito en la historia de este gobierno, al igual que lo fue la pasada jornada electoral en la cual se eligieron alcaldes y gobernadores y los principales candidatos del Presidente y el Pacto Histórico fueron derrotados. Los ciudadanos ven con asombro algunas decisiones suyas como decretar, así de la nada, un día cívico para ahorrar agua. Un hecho para destacar de las marchas es que no hubo discursos de dirigentes políticos.
En Bogotá, los ciudadanos llenaron la Plaza de Bolívar, se escuchaban distintas consignas, pero no había tarima ni micrófono para nadie. Fue la expresión de ciudadanos libres. No se dio la utilización de estos escenarios por parte de políticos oportunistas que en todos los casos desvían la atención de las marchas hacia objetivos políticos y agendas que no tienen nada que ver con las aspiraciones de la gente. La marcha no era de nadie, era de todos.
Muchos parecen decir: queremos cambio, pero no así. Las reformas planteadas por el gobierno no construyen sobre lo construido. No salen del conceso de los distintos sectores. No hay diálogo real.
Un tema central que el presidente Petro tendrá que enfrentar, es que quizás ha frustrado los anhelos de cambio de la izquierda colombiana. En todo este debate solo se escucha la voz del Presidente. Su partido no existe. ¿Qué piensan realmente los dirigentes del Pacto Histórico del gobierno, del contenido de las reformas y de la forma como el mandatario está adelantando las discusiones? Nadie lo sabe. Hay disciplina, pero no se escuchan ideas.
Con marchas como esta, la oposición al gobierno empieza a consolidarse. A mi modo de ver, queda un tema pendiente. ¿Cómo se va a dar en la práctica la unión de todos estos sectores? ¿Cómo superar las enormes diferencias que aún existen, por ejemplo, la polarización entre los expresidentes Uribe y Santos? Santos ha tenido la iniciativa para tender puentes con Uribe. Muchos colombianos podrían mediar en esta situación. Pero los temas son muchos: ¿Quién y con qué objetivos liderará la transición energética? ¿Cómo se van a incorporar los temas centrales de medio ambiente? ¿Cómo resolver la crítica situación de violencia y orden público? Hay que hacer consensos sobre asuntos centrales de la agenda nacional.
RICARDO SANTAMARÍA
Analista
