El sistema de pensiones es complejo: es difícil de entender y su diseño tiene consecuencias insospechadas: sobre la justicia con los mayores, sobre el crecimiento económico, sobre el bienestar de los hogares y sobre la equidad. Tal vez por eso la pregunta más relevante sobre la reforma pensional es ¿cómo afectará a las personas?
Para intentar una respuesta vale considerar a quienes les aplicará el nuevo sistema, el grupo bajo el umbral definido en el proyecto de Ley según el número de semanas cotizadas: hombres con menos de 900 y 750 mujeres. La mayoría de este grupo está relativamente cerca a la edad de pensión, pero por diversas razones no ha logrado cotizar las semanas necesarias para salvarse del nuevo régimen: porque han tenido hijos y han estado por fuera del trabajo meses o años, porque han sufrido largos períodos de desempleo o han tenido inestabilidad laboral, porque mientras estudiaban se demoraron en comenzar a trabajar y cotizar, o porque han trabajado informalmente, porque el empleador no respetó sus derechos o porque trabajaban a cuenta propia, en servicios profesionales y técnicos, como trabajadores de la cultura o el emprendimiento.
Este enorme grupo, por lo menos siete millones de personas, la clase media trabajadora, perderá si pasa la reforma. ¿Por qué?
Para quienes están en el sistema de ahorro individual, porque la gran mayoría de sus cotizaciones dejarán de ser de su propiedad y pasarán a ser un impuesto puro para cubrir el pago de pensiones en el sistema estatal de reparto, sin rendimientos capitalizables.
Si no logran la pensión, no les devolverán su capital ahorrado y los rendimientos, sino una indemnización sustitutiva en la forma de una renta vitalicia: una minipensión. Tendrán además que contribuir 1.300 semanas de cotización para lograr una pensión, cerca de tres años más que lo que necesitan ahora para una pensión de salario mínimo, y hasta los 60 años las mujeres (tres más que ahora) para tener la minipensión.
Aunque hay una gabela por tener hijos, esto en últimas afecta a las mujeres, pues a menor tiempo de cotización menor pensión, agravando la inequidad pensional de género.
Quienes están en el sistema estatal, y, por tanto, ya pagan hoy ese impuesto, también se verán perjudicados, pues muchos tendrán un límite a su mesada menor al régimen actual. Aunque eso limita el subsidio de la Nación, la esperanza de una pensión mucho mayor se reduce para muchísimos.
Todos ellos, los de la transición, bajo el umbral, estarán mejor sin la reforma.
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La semana pasada erré al escribir que la reforma tributaria de 2022 aumentó la tasa de impuestos sobre las utilidades de las empresas al 35%, cuando fue la de 2019 la que impuso ese aumento; la de 2022 impuso una tasa mínima del 15% sobre las utilidades, un piso a la tasa efectiva. Disculpas a los lectores.
JORGE RESTREPO
Profesor de economía, Universidad Javeriana
X: @jorgearestrepo
