El Plan Nacional de Desarrollo 2022–2026 apunta a una nueva estrategia de inserción de Colombia fundamentada en las capacidades y potencialidades del país para influir en las discusiones sobre problemas globales y para enfrentar desafíos regionales, buscando una mejor inclusión internacional, basada en el respeto por el derecho internacional.
Sin embargo, la diplomacia de Petro gira en torno a lo que se conocía como la diplomacia de micrófono y hoy podemos llamar diplomacia de redes, en donde el Presidente simplemente lanza ideas, hace análisis, toma posiciones, y discursea.
Petro se ha caracterizado por una exagerada agenda de viajes internacionales sin resultados, un ministerio de relaciones exteriores maltratado por personas como Álvaro Leyva -suspendido por la Procuraduría por el contrato de pasaportes– lo que a la postre nos está costando el caos en la expedición del documento, e incubando una millonaria condena a la Nación.
Los nombramientos diplomáticos y consulares de Petro rayan en la burla e irrespeto no sólo con los funcionarios de la carrera diplomática y consular, sino con los miles de colombianos en el exterior en busca de asistencia y protección.
Lo realmente grave es que la política exterior de Colombia quedó reducida a los comentarios caprichosos, ignorantes y poco diplomáticos del jefe de Estado a través de su cuenta en X, en donde prefiere opinar del conflicto en oriente medio, la guerra de Rusia contra Ucrania, y tratar de posicionar un discurso inentendible y vacío sobre cambio climático, narcotráfico y capitalismo, tres agendas que no lidera, y en las que se convirtió en una caricatura internacional.
La agenda regional la sigue manejando Brasil y Venezuela por su contexto negativo, y Colombia, más allá de restablecer relaciones diplomáticas con Venezuela, no ha sido un actor influyente en el retorno de la democracia a ese país. El Brasil de Lula simplemente desconoce a Petro en materia de protección de la amazonia y descarbonización.
La política exterior de Petro se ha caracterizado por pelear con Bukele, Milei, Boric y otros, meterse en asuntos internos de otros Estados, enviar a los peores representantes a las agencias de Naciones Unidas y Estados clave como el Reino Unido, y huir de las cumbres internacionales como pasó recientemente en Suiza, en donde iba a quedar en evidencia su pequeñez e irrelevancia internacional.
Abrazar a Maduro y Putin, así como celebrar a Hamas, solo podían causar el aislacionismo internacional que se ha encargado de empeorar con medidas como suspender la venta de productos a Estados como Israel, lo que en nada afecta a ese país, pero sí mucho a la balanza comercial y las regalías.
En suma, estamos ante la violación flagrante del Plan Nacional de Desarrollo a manos de su autor, lo que se ha ido empeorando con el hecho de que si le quedó grande el país, mucho menos podrá salir a dar cátedra de liderazgo y posicionamiento internacional.
ANDRES BARRETO GONZÁLEZ
Director General De La Espriella Lawyers.
