Vivimos tan absorbidos por el desorden interno que no estamos poniendo suficiente atención a los temas importantes.
La inversión extranjera es un excelente medidor del clima de confianza de mediano y largo plazo del país. Las cifras son preocupantes: en el segundo trimestre de este año la inversión extranjera directa (IED) cayó un 46,5 por ciento. En el acumulado para el primer semestre del 2024, la caída es de un 28,6 por ciento lo que representa 2693 millones de dólares menos para Colombia.
Siendo el sector petrolero el más importante en términos de inversión extranjera, las cifras de Campetrol confirman que en julio del 2023 había 128 taladros en operación y en el mismo mes del 2024 sólo 105 estaban activos.
Mientras tanto, la inversión de Colombia en la exterior repunta. En el primer semestre del 2023 la inversión de los colombianos en el exterior fue de 417 millones de dólares. En el mismo período del 2024 alcanzó los 2.142 millones dólares, lo que equivale a un aumento del 414 por ciento. El récord reciente de inversión de los colombianos en el exterior es de 2.666 millones de dólares, en el primer semestre del 2022, que fue el período de la elección del actual mandatario.
En medio de los escándalos, las cortinas de humo, los paros y los discursos amargos, deberíamos analizar lo que estas cifras indican. Colombia es cada día menos atractiva para los inversionistas, tanto extranjeros como nacionales.
El clima general del país no es favorable, como tampoco lo son las noticias de una nueva reforma tributaria, controles de precios de los servicios básicos, la prohibición de exportaciones y la creciente crisis fiscal. Nadie mira una economía fea.
Que los capitales extranjeros, que tienen múltiples opciones internacionales, busquen escenarios menos riesgosos y rentables es normal en un mundo globalizado. Lo cierto es que Colombia no es un país productivo ni competitivo.
Pero que los colombianos, que no estamos volcados a una visión internacional, estemos mirando otras opciones en el extranjero, debe advertirnos sobre el deterioro creciente del entorno económico.
Todo ello confirma que la pérdida de confianza en el futuro de Colombia se profundiza. El flujo de IED en el primer semestre de 2024 (6.720 millones de dólares) es ligeramente superior, en términos nominales, al que teníamos en el primer semestre del 2010 (6.217 millones de dólares). Ni hablar de esta comparación en términos reales.
Ser una economía fea en un mundo con muchas economías atractivas es grave. Los capitales tienen otras opciones, mejores y menos inciertas. Menos inversión es menos crecimiento, empleo e ingreso.
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Coletilla: ¡Qué ironía! El paro de transportadores se produce por una de las valientes decisiones del gobierno actual. Congelar el precio del ACPM fue siempre una mal decisión. El costo político de un subsidio insostenible es siempre muy alto. Ojalá aprendan la lección.
MIGUEL GÓMEZ MARTÍNEZ
Consultor empresarial.
migomahu@gmail.com