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Beethoven Herrera Valencia

Identidad en el aula de clase

Cuando un profesor se presenta ante sus estudiantes se asume que está preparado para su misión y se le respeta por aportar conocimientos.

Beethoven Herrera Valencia
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Beethoven Herrera Valencia

Cuando un profesor se presenta ante sus estudiantes se asume que está preparado para su misión y se le respeta por aportar conocimientos. El hecho de que exponga de pie ante alumnos que están sentados le otorga preeminencia, máxime si habla desde una tarima, si utiliza un atril o un micrófono y puede proyectar en una pantalla luminosa.

Esa situación suele estar acompañada de conductas como aquel profesor que comienza por leer su amplia hoja de vida destacando sus publicaciones, cargos y logros y comienza a exponer, sin permitir que los alumnos a su vez se presenten ante los compañeros. Esa actitud suele ir acompañada de poca apertura a preguntas o a la expresión de disensos, y de la tradición de profesores que califican bien a quien repite las ideas del profesor y evalúan mal a quien disiente.

Cuando un profesor valora el desempeño profesional de sus exalumnos algunas veces eso coincide con sus previsiones sobre jóvenes con liderazgo, buen criterio y relación fluida con sus compañeros desde el aula de clase. Pero otras veces asombra encontrar jóvenes que desde la timidez de los primeros semestres desarrollaron un criterio propio, defensa razonada de sus ideas y proyección social. Aparecen también reclamos de exalumnos que se quejan de alguna forma de exclusión por parte de sus profesores. Y después de la pandemia la proporción de alumnos que expresan situaciones de vulnerabilidad social e inestabilidad emocional son crecientes y ello sin duda afecta su desempeño educativo.

El impacto que una palabra o actitud del profesor puede tener en la vida de cada alumno queda bien reflejada en una historia memorable. Un veterano profesor se encuentra con un profesional adulto, quien le pregunta al mayor si lo recuerda. El patriarca responde negativamente y entonces el más joven le recuerda que fue su alumno y que precisamente vivió en su clase una situación que marcó su vida por siempre.

“Llegué un día a clase y vi a un compañero que llegó con un finísimo reloj. Me atrajo tanto que no resistí la tentación de tomarlo para mí”. Cuando la víctima del robo se quejó, el profesor ordenó a los alumnos cerrar los ojos y pasó a esculcar los bolsillos de cada uno y después de haber encontrado el reloj robado lo devolvió a su dueño.

El joven reconoció ante el mayor que había sido el ladrón y que el trato que el maestro le dio en esa enojosa situación le salvó su imagen, su dignidad y su vida profesional.

El joven preguntó al maestro si recordaba la situación y si lo identificaba a él como culpable. El maestro respondió: “Sí, recuerdo la situación. Pero no supe en ese momento que el responsable eras tú, porque yo también cerré los ojos”.

¡La lección quedó aprendida y se salvó la dignidad del alumno, de la educación y del maestro!

Beethoven Herrera Valencia
Profesor Emérito Universidad nacional de Colombia, universidades Javeriana y de Prime Business School

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