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Camilo Herrera Mora
columnista

De IVA, bebidas y salarios

La reforma tributaria para los hogares es, básicamente, un ejercicio que intenta que la gente pague impuestos.

Camilo Herrera Mora
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Camilo Herrera Mora

La reforma tributaria para los hogares es, básicamente, un ejercicio que intenta que la gente pague impuestos y no se pueda escapar en medio de las informalidades del sistema, sobre las cuales la misma Dian reconoce su incapacidad para hacer las cosas como deben ser y ante las cuales se anticipa a las trampas.

El IVA aumentaría en las categorías en las que el canal moderno es mayor y que pueden asegurar de la mejor manera más recaudo. Se sabe que en esos productos y esos canales la gente compra por calidad, garantía y legalidad, lo que permite pensar que el aumento del 16 por ciento al 19 por ciento es posible. Curiosamente, esas unidades a las que se les subiría el IVA son las que vienen frenadas en el gasto de los hogares y acerca de las cuales la Dian sabe que hoy está recaudando menos de lo esperado: es decir, les subieron el precio para mantener el recaudo perdido.

Por el contrario, la aberración de las bebidas azucaradas es increíble. Se le tasa un impuesto fijo a cada litro de bebida que contenga, no solo azúcares, sino cualquier tipo de saborizantes y edulcorantes, así como a todos los productos que permitan hacer bebidas, incluso los chocolates y el café en polvo.

Esta norma es una hipocresía inverosímil porque no tiene nada que ver con la reducción de la obesidad de los colombianos y porque está relacionada con buscar la manera de ponerles un impuesto directo a las bebidas no lácteas en Colombia. Y es que estas se venden en mayor medida en las tiendas de barrio, en donde el Gobierno ha demostrado su enorme incapacidad para formalizarlas y hacerlas declarar.

Este ejercicio entre impuestos indirectos al canal formal y directos al productor para cubrir el canal informal y tradicional, es muy astuto dado que permite hacer que los colombianos paguen impuestos en todos lados y no se pueda evadir.

Además, les pone una mayor carga a las empresas productoras, reduciendo los márgenes de los tenderos y aumentando el precio de los productos menos necesarios, lo que hará que el entorno de mercado cambie fuertemente. Ello era lógico, ya que la reforma requería quitarles capacidad de compra a las personas para asegurarle caja a la administración.

Al final, puede que esto funcione, e incluso genere empleo, lo que sería la única manera de compensar la caída de la demanda por los cambios de precios; no obstante, el artículo sobre bebidas deja una puerta abierta increíble: se tasa en pesos por litro producido, lo cual significa que, inevitablemente, cuando los costos de producción aumenten y el litro sea más caro, la relación entre el costo de producción y los 300 pesos sería menor; de esa manera llegaríamos a una nueva reforma que deba reajustar esta situación, dejando ver que este es solo el comienzo de dicho impuesto.

Según cálculos preliminares, el impacto del mayor pago por IVA puede ser de cerca del 0,8 por ciento adicional en la inflación anual, así como una contracción del gasto de los hogares de esa misma magnitud. Si se le suma el impuesto directo a las bebidas, esta repercusión puede llegar al 1 por ciento, lo que abriría el debate del aumento del salario para el próximo año. Entonces, el IVA y las bebidas no lácteas definirían el aumento de los costos fijos empresariales. Veremos qué pasa.

Camilo Herrera
Presidente de Raddar
camiloherrera@raddar.net​

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