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Carlos Enrique Cavelier

¿Para qué hacer Plata? (según Aristóteles)

En EE. UU. es la cultura filantrópica; allí el producto de los grandes capitales es en gran proporción eudaimónico. 

Carlos Enrique Cavelier
Coordinador de sueños de Alquería
POR:
Carlos Enrique Cavelier

Esta es una época de acelerado acceso a información pública y personal no diferente relativamente a la del año 1.500 como lo explica Juan Luís Cebrián el ex-director de El País de España -haciendo el paralelo entre la revolución del acceso a la información creada por los libros gracias a la imprenta de Gutenberg en ese momento y la creación de las redes sociales hoy. Por ello, ante la opinión no informada aparece la pos verdad y los males -y bienes- sociales de la época.

Entre ellos está el cuestionamiento del todo por el todo, cómo seguramente fue cuestionada Roma en el siglo 16 por los desafueros de varios Pontífices y particularmente sus indulgencias; de allí el surgimiento del protestantismo al que le siguieron dos siglos de guerras religiosas y millones de muertos.

Hoy no es difícil por ello cuestionar la ciencia y no se diga la ciencia económica al punto de tener que controvertir sus bases: la necesidad de la generación del ahorro, la cantidad de masa monetaria adecuada, o el equilibrio fiscal. O también la necesidad de que el dinero rente -en esto queremos parecernos a los reyes de España de 1492 cuando expulsan a los judíos por la usura es decir, cargar intereses por el préstamo de dinero.

No se diga el cuestionamiento a las utilidades de las empresas. El para qué hacer plata.
Curiosamente dentro de todo este aparente caos reinante aparece para quienes profesamos el capitalismo consciente un actor poco conocido por su pensamiento en esta orbita: Aristóteles y su definición de dos fuentes de felicidad: la eudaimónica y la hedonística.

Esta última es bien conocida: el hedonismo está centrado en nosotros mismos y se define como el placer al instante. Por el otro lado, la eudaimónica, que etimológicamente viene del griego ‘alrededor mío’ (eu) y ‘el espíritu que llevo adentro’ (daimon); es decir en armonía con mi espíritu interno, entendiendo la felicidad como la extensión hacia otros, hacia la comunidad entera, el florecimiento humano, la felicidad buena.

Hace algunas semanas tocamos el tema el dinero como amo o como esclavo; aquí queremos ir más allá, planteando si las utilidades de las empresas deben existir en el sentido hedonístico o eudaimonico.

Una de las grandes tradiciones de los Estados Unidos es la cultura filantrópica; allí el producto de los grandes capitales es en gran proporción eudaimónico. Todo o casi todo se entrega en vida o máximo a la muerte para hacerle el bien a otros. Volvemos a la famosa frase de Warren Buffet, el mayor filántropo de la historia: “Les dejo algún dinero a mis hijos para que puedan hacer algo, pero nunca demasiado para que no hagan nada” -y recordemos el significado de la filantropía: el amor por la humanidad.

Por ello si debemos cuestionar en estos momentos complejos para nuestra Colombia sí la razón de hacer dinero nos deja en el hedonismo, o si debemos virar fuertemente al eudaimonismo en la razón para hacer plata.

CARLOS ENRIQUE CAVELIER​
carlosenriquecavelier@gmail.com

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